La parálisis cerebral no frena a Héctor Flórez: «Siempre quise hacer las cosas solo»
Héctor Flórez nació con parálisis cerebral. Siempre quiso hacer las cosas solo y pedía a sus padres que lo llevasen a los conciertos y lo dejasen en la primera fila. Así conoció a sus amigos actuales. Con la ayuda de una máquina y la barbilla ha escrito ya dos libros.
Cuando Héctor Flórez Herboso empezó el colegio con nueve años, en segundo de Primaria. ya sabía leer, sumar y restar. Le enseñaron sus padres, Antonio y Mariví. «El motivo de empezar tan tarde la escuela fue porque mis padres le dieron más importancia a mi rehabilitación». Héctor nació con parálisis cerebral. Ha escrito ya dos libros infantiles. Su discapacidad física del 96% no le ha impedido cumplir su sueño de motivar a otros niños con historias de inclusión.
Laika me lleva sobre ruedas fue su estreno como escritor, un proceso de creación para el que se ayuda de una máquina adaptada porque Héctor se comunica con la ayuda de su barbilla. Cada letra, cada frase es un ejemplo personal de vida que quiere legar a otros menores que se encuentren en su misma situación.
Este mes presentó en La Urz, el pueblo de su padre, su segunda publicación, Aventuras de Amistad y Rock&Roll, otra historia de diversidad y motivación, las dos grandes retos de su vida. «También tengo un proyecto en Youtube sobre diversidad y sexualidad, del que se habla muy poco».
«Cuando empecé el colegio solo iba dos días, no dejaba de ir al centro de rehabilitación para seguir mejorando mi condición física. En el instituto también iba solamente esos días a clase.
En el colegio tenía tres o cuatro amigos que nos llevábamos muy bien. Estábamos todo el tiempo juntos y nos lo pasábamos genial. Pero en el instituto no fue así: allí sentí mucho vacío. Recuerdo sentirme muy solo, y la culpa era del centro que no me dejaban relacionarme con los compañeros. Tan absurda fue esa situación, que esos amigos del colegio que nos llevábamos tan bien, iban a otras clases, y en el recreo no nos dejaban estar juntos, porque yo tenía que estar con el asistente.
En el barrio donde yo vivo, que es un pueblo pequeño, tenía otros tres o cuatro amigos y quedábamos todos los fines de semana, y nos llevábamos muy bien».
Héctor vive en Guriezo, en Cantabria, pero viaja a menudo a La Urz, su pueblo leonés.
«Actualmente, gracias a que con apenas 18 años les decía a mis padres que me llevasen a salas de conciertos, que me dejasen en primera fila y que se fuesen, tengo varias amigas y amigos que son como mi familia. Esa fue la manera que tenía de relacionarme fuera de mi entorno familiar. En esas amistades me apoyo. Porque de las cosas más importantes que hay, y de las más gratificantes, es sentirse amado, y yo me siento así. También me siento muy apoyado por mis padres, que son geniales. Seguramente no es muy normal que un joven con un 96% de discapacidad diga esto de sus padres, porque no es fácil tener un hijo con una parálisis cerebral infantil, cuando eso se tiende a sobreprotegerlos, y a soterrar las pocas posibilidades que tendrán de desarrollarse en sociedad».
Sus cuentos, aunque no son una biografía, respiran sentimientos de sus experiencias de vida. Y no quiere quedarse ahí. Quiere ser un ejemplo de motivación para concienciar de que la parálisis cerebral, aunque lo ponga más difícil en la vida, no tiene que significar aislamiento. «Estoy disponible para ir a los colegios o las asociaciones que me llaman para dar charlas».