Reservista voluntaria veterana en el MACA
Una teniente leonesa a tiempo parcial
Un puñado de 42 personas en León, sobre 2.856 en España, son reservistas voluntarias. Civiles que se convierten en militares por unas semanas al año para servir en las Fuerzas Armadas. Rosa Ordás es una de las veteranas. Se enroló en 2006 y, cuando se activa, es teniente en el Maca del Ejército de Tierra de Ferral del Bernesga.
Los reservistas tenemos la suerte de tener una doble perspectiva del trabajo que nos permite comparar, comprender y valorar. Tenemos nuestro trabajo civil en la calle y nuestro trabajo militar cuando somos activados dentro del cuartel. Yo cambio el chip del trabajo dependiendo
de cómo vaya vestida: cambio los tacones por el uniforme con las botas y cambio el «buenos días» por un «a la orden».
Rosa Ordás es una de las primeras reservistas voluntarias de León. Se enroló en 2006, apenas tres años después de que un reglamento regulara el acceso a esta categoría de las Fuerzas Armadas, creada en 1999, mediante la que los civiles se convierten en militares por unos días o unas semanas al año.
«Tenía esa espinita clavada desde joven ya que siempre me atrajo la idea del Ejército», apunta. Cuando, en los años 80, se planteaba su futuro profesional apenas se estaban abriendo las puertas de las Fuerzas Armadas de España a las mujeres. «Ser mujer y militar estaba visto aún un poco raro. No parecía un trabajo de chicas, así que me fui a la Universidad y estudié Derecho que era algo más femenino a los ojos de todos», confiesa.
En estos treinta y tantos años, la sociedad española ha cambiado mucho. Rosa Ordás cumplió su sueño y es oficial del Ejército de Tierra con grado de Teniente está destinada en el Cuartel General del Mando de Artillería de Campaña (Maca), en Ferral del Bernesga. «Mi destino siempre ha estado en este acuartelamiento por proximidad a mi domicilio, puesto que cuando yo empecé a ser reservista tenía un bebé y necesitaba estar cerca de mi casa; pero otros de mis compañeros han elegido destinos distintos de su domicilio habitual», aclara.
Los empleos militares de partida para un reservista voluntario son: Oficial; Alférez o Alférez de Fragata o Suboficial, Sargento o Tropa y marinería, Soldado o marinero. Ordás empezó en la Usba (unidad que da servicios a la base), en la oficina de apoyo al personal y en la biblioteca , ya que era la única plaza ofertada en León. Era una plaza de suboficial «Al año siguiente salió una plaza de oficial en el Cuartel General a la que pude optar por mi titulación», añade.
Actualmente, su trabajo está en la primera sección del Maca de León, el equivalente a un departamento de recursos humanos donde llevan bajas, vacaciones, cursos, ascensos, traslados, recursos... Esto supone trabajar con la legislación militar específica. Cuando es activada como militar pide una excedencia en su empleo habitual de civil. Trabaja con expedientes de tráfico, una tarea «monótona y rutinaria», que rompe durante estos treinta días. «Hay compañeros que pueden ir más o menos meses dependiendo de sus distintos trabajos y compañeros que en vez de usar excedencias (que la empresa tiene la obligación de darte), usan sus propias vacaciones para realizar sus periodos de activación», explica la teniente leonesa.
El proceso de selección de nuevos reservistas se abre cada año en otoño a personas de 18 a 58 años. El año pasado salieron 300 plazas, dos en León. Las dos personas elegidas están en periodo de formación, según la Oficina de Reclutamiento de la Subdelegación de Defensa. Rosa Ordás se enteró de la posibilidad de compatibilizar su vida civil con la militar a través de un familiar. Se informó en la Subdelegación de Defensa y se presentó a la convocatoria. Un concurso de méritos, en el que pesa la titulación académica, y un periodo de formación militar de dos semanas y otras dos de formación específica, junto con un reconocimiento psicofísico, le abrieron la puerta a un sueño que prácticamente había olvidado.
«Vestir el uniforme es un orgullo en mayúsculas», asegura. «Yo estoy orgullosa de ser española, de llevar mi bandera en mi uniforme. Digo que es un orgullo, puesto que una vez que estás dentro y ves el esfuerzo, adiestramiento, los valores y dedicación que le lleva conseguir a una persona ser militar, independientemente del empleo que tenga y más aún a los mandos, el poder igualarse a ella con un uniforme, pues no se describe con palabras», apostilla.
En Camposoto (Cádiz) hizo la «mili», una «experiencia que no se olvida nunca». «Mi hijo, con 6 años, fue a verme jurar bandera. ¡Cómo han cambiado los tiempos que ahora un hijo va a ver jurar bandera a su madre!», apunta la teniente reservista voluntaria. Los pequeños quedaron en casa. Entonces tenía un bebé. Desde entonces son 18 años de «recuerdos imborrables».
Como balance de la experiencia, señala que «aparte de poder ver por dentro el funcionamiento de un cuartel, hacer ejercicios militares y poder trabajar de un modo distinto a la calle creo que poder aprender y que se molesten en enseñarte teniendo paciencia contigo, sabiendo que estás de paso es de agradecer». En general, «he congeniado bien y enseguida me aceptaron en su grupo». Al principio, a algunos compañeros militares profesionales les chocó. La figura del reservista voluntaria era aún incipiente. «Lo entiendo, porque ellos para llegar a ese nivel pasan por una larga Carrera Militar, pero también han entendido una vez que me han conocido que yo también en mi carrera y estudios he trabajado mucho y que perdía muchas cosas al llegar allí como dejar a mis hijos pequeños para poder ir a Cádiz por ejemplo a jurar bandera».
También ha sido muy bonito, añade, «conocer a personas de todos los distintos empleos y desde distintas perspectivas que te hacen ver como aman su profesión. He comprobado que son unos grandes profesionales, con mucha vocación. Me da rabia que socialmente no estén muy valorados o peor pagados que en la vida civil».
Su admiración y reconocimiento a la profesión no tiene fisuras. «Están allí 24 horas de servicio en las misiones y siempre dispuestos a ayudar, a hacer su trabajo», recalca. Rosa Ordás anima a concurrir a las pruebas, que pronto saldrán publicadas, «a todos los que como yo tengan esa necesidad interna de conocer y sobre todo vivir desde dentro lo que es la vida militar». No es fácil formar parte de la Reserva Voluntaria en España «ya que son muchas las personas que concurren a las pocas plazas que se ofrecen cada año».
De las 42 personas que forman parte de la Reserva Voluntaria en España en León el 64% son hombres y el 36% mujeres. El 55% están en el Ejército de Tierra, el 26% en cuerpos comunes, el 10% en el Ejército del Aire y el 9% en la Armada. El 74% son oficiales, el 17% suboficiales y el 9%, tropa. León tiene el doble de proporción de mujeres que el conjunto estatal. Son un total de 15 mujeres y 27 hombres. Hay ocho mujeres en el Ejército de Tierra, 4 en cuerpos comunes, dos en Aire y Espacio y una en la Armada, Según datos del Ministerio de Defensa, el 81% de los 2.856 reservistas voluntarios de España son hombres y el 19% mujeres.