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ECONOMISTA Y AUTOR DE 'LA ECUACIÓN DEL ÉXITO PROFESIONAL'

David Reyero: «El liderazgo más efectivo es humanista, empático y tecnológico»

David Reyero Trapiello, directivo leonés en Barcelona.

León

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La máxima de «la información es poder» ha sido superada. Yuval Noah Harari afirma que «en un mundo cada vez más complejo, la claridad es poder». El leonés David Reyero Trapiello, economista por la Universidad de León y MBA por el Instituto de Empresa, quiere aportar esa luz. Desde sus 30 años de experiencia en roles directivos en gestión de personas como líder proyectos nacionales e internacionales, primero en Madrid y desde 2005 en Barcelona, acaba de publicar La ecuación del éxito profesional. 100 ideas para potenciar tu carrera y la gestión de personas (Profit Editorial) para aportar «claridad y consejos, dos aspectos clave: carrera profesional y gestión de personas». Un legado profesional que enraíza con el ambiente familiar en el que se ha criado. «En mi familia siempre nos ha gustado escribir y ser activistas sociales desde distintas perspectivas y pensando en el bien común».

—¿Qué es para usted el éxito?

—Para mí el éxito tiene dos componentes principales: plenitud y equilibrio interior e impacto positivo a los demás. Esta visión supera el tradicional enfoque egoísta y materialista. Como ha demostrado la ciencia, el altruismo tiene un impacto directo en la verdadera felicidad personal y profesional.

—¿Qué quiere aportar al debate del éxito laboral y la gestión de personal?

—Creo que hay que impulsar dos revoluciones pendientes. La primera es ‘la revolución de la carrera laboral’ para acercarnos a nuestro éxito y plenitud profesional. Hoy constato una realidad paradójica: una mayoría de profesionales (sean jóvenes o veteranos) tiene una excelente cualificación laboral, Sin embargo, existe mucha confusión sobre cómo orientar con acierto la carrera profesional.

—¿Y la segunda?

—Es ‘la revolución de la gestión de personas’. En los últimos años han mejorado la calidad de los líderes y la contribución de la dirección de personas. Sin embargo, soy inconformista y creo que existe amplio margen de mejora

—El libro arranca con diez personas inspiradoras, desde Pau Donés a Michelle Obama. ¿Para que sirven los referentes?

—Los referentes y mentores cuestionan nuestras creencias limitantes y nos acercar a nuestro verdadero potencial y grandeza. Muchos de ellos y ellas se han acercado con grit (combinación de perseverancia y pasión) a sus sueños y nos demuestran que con esfuerzo podemos progresar.

—¿Triunfar profesionalmente depende solo de uno mismo?

—No, es una combinación de empuje individual y de apoyo externo. Es clave cultivar 6 autos (autoconocimiento, autoconfianza, autorresponsabilidad, autodesarrollo, autoexigencia y autocompasión) y, por otro lado, buscar apoyo de mentores/coaches y potenciar continuamente tu red de contactos.

—Usa conceptos como ‘ikigai’ o ‘grit’. ¿Hay que abrirse a otras formas de ver el mundo?

—Es fundamental explorar otras culturas. En Occidente debemos conocer mejor elementos de la cultura oriental como el ‘ikigai’ (propósito de vida, intersección de nuestras fortalezas y pasiones). Esta cultura milenaria nos puede aportar grandes beneficios en nuestra calidad de vida personal y profesional.

—Su decálogo del empleado/a feliz, ¿es una utopía?

—El decálogo del empleado feliz son elementos sobre los que deberían girar las políticas de gestión de personas para potenciar un entorno de trabajo humanista, saludable y a la vez competitivo. Como dice Lledó, «sin utopías corremos el riesgo de volver a las cavernas».

—¿Qué quiere decir que las personas empleadas sean ‘directores generales de su puesto de trabajo’.

—Las personas trabajadoras deben asumir sus responsabilidades con compromiso y profesionalidad. Es importante mantener la competitividad, cultura del esfuerzo y el ‘hambre de progreso’ y evitar la complacencia.

Ascensor social

«Más del 60% de los emprendedores de éxito actuales provienen de clases sociales humildes»

—¿Qué cualidades debe tener un líder en la empresa?

—Hoy los líderes con credibilidad e impacto positivo siguen escaseando. No necesitamos hiperlíderes sino personas humildes, inspiradoras y con sentido común para avanzar en un mundo complejo. El mejor liderazgo apuesta por el triple beneficio (personas, rentabilidad y sostenibilidad). Los estudios demuestran que el liderazgo más efectivo es humanista y tecnológico, empático pero sin buenismos y con clara orientación a resultados. El liderazgo no está reservado a directivos o profesionales relevantes. Cualquier persona tiene la oportunidad de demostrar liderazgo en su día a día.

—¿De verdad que el ascensor social no se ha parado?

—Hay que recuperar el optimismo sobre el ascensor social, definido como la capacidad de progresar hacia una clase social superior a través del trabajo. Ante la creencia que está dañado hay razones para la esperanza. Pongamos foco en nuestras fortalezas, cultivemos la cultura del esfuerzo y apostemos por países ‘amigables para los negocios’ que premien el talento y un crecimiento económico sano y sostenible. Más del 60% de los emprendedores de éxito actuales provienen de clases sociales humildes. Es un dato que evidencia que es posible progresar y superar las adversidades.

Democracia

«Hoy las decisiones se ‘co-crean’ cada vez más y se armonizan de arriba a abajo y de abajo-arriba»

—Habla de democratizar las empresas. ¿Eso es posible?

—Sí. Evidentemente los y las directivas tienen la responsabilidad de definir y ejecutar una visión y es necesario además ganar dinero para que la empresa sea sostenible. Sin embargo, hoy las decisiones se ‘co-crean’ cada vez más y se armonizan las decisiones de arriba abajo y abajo-arriba. Las mejores compañías escuchan mucho a sus equipos y les piden continuamente opinión con un estilo de liderazgo cercano y periódicamente a través de herramientas como las encuestas de compromiso Su objetivo es para mejorar políticas y seguir entusiasmando e involucrando al talento cada día en la marcha de la organización. El auge del intraemprendimiento es otro buen ejemplo de este cambio de enfoque.

—¿Por qué hay que reinventar las relaciones laborales?

—Tomando perspectiva tengo sensaciones contrapuestas sobre cómo estamos evolucionando. Por un lado, observo con agrado cómo se han reducido mucho los casos de radicalización y relaciones laborales muy tensas y poco constructivas entre dirección y comités de empresa y sindicatos. Esto es positivo porque llegar a acuerdos entre ambas partes (la mayoría de veces imperfectos) es clave en cualquier organización sana. No obstante, observo que sigue existiendo en muchas organizaciones un «elevado nivel de desconfianza» entre dirección e interlocutores sociales. Esto provoca que habitualmente los resultados sean mediocres para ambas partes. Hoy la competitividad es global y tenemos que abandonar inercias en este ámbito. No es fácil pero es posible.

—Forma parte de la diáspora del talento leonés. ¿Qué aplicaría de sus claves a León?

—En León hay que potenciar más a los emprendedores y poner más en valor los buenos ejemplos existentes de empresarios y empresarias. Echo de menos un mayor foco en captación de inversiones y apoyo a la iniciativa empresarial desde las distintas administraciones. Me apena ver su evolución demográfica y económica porque creo que no es irreversible. Aquí hay mucho talento, dentro y fuera de la provincia, que podría activarse con más tejido empresarial. Parte de esa emigración podría volver si hubiera más oportunidades laborales atractivas. Debemos que pensar más en grande y tener una mentalidad más «amigable» para las empresas grandes y pequeñas y autónomos/as. Seamos protagonistas de nuestro futuro, sin victimismos, haciendo cosas distintas y con autorresponsabilidad y trabajo en equipo.

David Reyero Trapiello se define como «un agente de cambio positivo, un humanista de empresa y un escritor amateur». En su blog davidreyero.com y publicaciones especializadas en gestión de personas «comparto conocimiento y aprendo cada día con el objetivo de aportar valor e inspiración a los demás».

Compromiso

«Las personas empleadas deben tener ‘hambre de progreso’ y evitar la complacencia»