PERIODISTA Y ESCRITORA
Nuria Varela: «Las mujeres que hacen política en pueblos pagan un coste más elevado»
Nuria Varela (Turón. Asturias-1967) periodista, escritora y feminista comprometida presenta en León este martes (19.00 horas sala Región del ILC-Santa Nonia, 3) El síndrome de Borgen. Por qué las mujeres abandonan la política. La autora de Íbamos a ser reinas y Feminismo para principiantes , además de experta en conflictos internacionales, Varela toma como punto de partida la serie danesa que, en 2010, imaginó a la primera presidenta de Dinamarca. Todo lo que le ocurre a Birgitte Nyborg lo traslada a la realidad de Jacinda Arden, en Australia, Nicola Sturgeon en Escocia, o Nevenka Fernández, en Ponferrada.
—¿Quiere espolear con este libro el discurso de que la igualdad ‘se ha pasado de frenada’?
—Quiero establecer un diálogo público sobre cuestiones que no se están planteando bien. El discurso oficial ha banalizado la igualdad y la violencia mientras que los números muestran que las brechas crecen, la violencia no disminuye y hay más violencia sexual. Y además dicen ‘qué más queréis’.
—¿A qué señala con el síndrome Borgen?
—El síndrome Borgen lo defino como una circunstancia paradójica. En teoría, cualquier mujer puede acceder al poder en las democracias occidentales. En la práctica, muy pocas lo consiguen y menos aún mantenerse y las que lo logran pagan un precio muy alto: salud, descrédito... En los últimos años estamos en una especie de espiral en la que la política coge a las mujeres, las exprime y las expulsa. Eso genera una idea de igualdad, pero la política está cada vez más masculinizada y es más violenta. Y los lugares violentos no son cómodos para las mujeres.
—‘¡Hasta aquí han llegado!’, dijo horrorizado un hombre al entrar en la Bolsa con Bibiana Aído, como jefa de su gabinete en el Ministerio de Igualdad. ¿Sigue de actualidad?
—La única diferencia es que en aquel momento no teníamos ni siquiera la expresión violencia política ni manejábamos este concepto que se ha desarrollado en Latinoamérica y a España llega tarde. De hecho, aún no se ha tipificado. Pero efectivamente eso es lo que ocurría y es lo que sigue ocurriendo.
—Señala que Nevenka Fernández es el primer caso de violencia política reconocido por un tribunal en España. ¿Qué trascendencia tiene 20 años después?
—Viví el caso como periodista hace veinte años. Estuve en Ponferrada. Vimos que era un caso obvio para el feminismo de violencia contra una mujer joven en política. Vivimos con mucho dolor la reacción social y política, al ver que el alcalde era apoyado por tanta gente y ella tuvo que salir. Es muy importante que 20 años después ella hable. Es importante su experiencia y su discurso. Lo que más me interesa es recordar que a Nevenka la apoyaron mujeres feministas en su momento y cómo ella se ha involucrado, con la carta a las futbolistas. Es muy importante para recordarnos que casi todo sigue igual, salvo nosotras. Las mujeres hemos hecho un trabajo importante, pero no sé si la sociedad en general y los hombres en particular han hecho el mismo camino de dar una respuesta rotunda contra la violencia hacia las mujeres en todas sus manifestaciones.
—¿Han fracasado las políticas de la paridad?
—La paridad es una herramienta fundamental; donde no hay paridad no hay mujeres. El problema es que solo la paridad no consolida. Pero cuando las mujeres llegan tienen que ejercer el poder y en los últimos años lo que hemos visto es que se ha empoderado el patriarcado, no las mujeres. Cada vez son más jóvenes, mujeres que aún no tienen redes de apoyo para consolidarse. Se ha confudido legislar con gobernar. Gobernar es cumplir las leyes y las leyes de igualdad no las cumple ni la propia administración. La ley de Igualdad es tan orgánica como el resto. Pero la de Contratos se cumple y la de Igualdad, no.
—Es sorprendente que la ley de Igualdad y la Ley de Paridad no contempla a las mujeres en los municipios de menos de 3.000 o 5.000 habitantes. ¿Es válido el argumento de que no hay mujeres para hacer listas paritarias?
—Las mujeres están haciendo todos los cuidados y todo el trabajo gratis y si el coste de entrar en política es elevadísimo, en los pueblos más. Ese es el síndrome Borgen. Las campañas de descrédito que tienen que aguantar las mujeres en política no son un aliciente. La violencia política, como la define Naciones Unidas, es un mecanismo estructural para alejar a las mujeres del poder. Por eso es importante combatirla. Nos va mucho en ello. Mi postura es que hay que estar en la política, pero de otra manera. No a costa de la salud. Es como cuando les pedimos a las mujeres que denuncien. Sí, pero cuando su vida esté a salvo.
—Dice que no se hacen políticas de igualdad. ¿Cómo se mastica esto si se tiene en cuenta lo mucho que se habla de ello?
—Las políticas de igualdad son políticas transformadoras, van al origen de los problemas. Pretenden cambiar las relaciones entre hombres y mujeres para erradicar la violencia. Actualmente, se atiende a las mujeres víctimas (tampoco bien) pero no se trabaja la prevención de la violencia. Se vende la subida del SMI como una política feminista. Es verdad que beneficia a una mayoría de mujeres. Pero lo feminista es evitar que sean las mujeres las que mayoritariamente perciban el salario mínimo. La igualdad se ha vaciado de contenido. Todo el mundo la manosea, pero hace tiempo que no está en la práctica política.
—¿Ha influido en todo esto la gran eclosión del feminismo en 2018?
—Hay varias razones. Estamos pagando caro la explosión de feminismo de 2018 con una reacción patriarcal. Vivimos en un momento de crecimiento en todo el mundo de la extrema derecha y de los discursos supremacistas. Y también tenemos el intento de las ideas queer y de lo que llamamos el ‘posfeminismo’ de ocupar el espacio del feminismo con una discusión muy bronca que ha generado mucho ruido y mucho descrédito.
—Su libro ‘Feminismo para principiantes’ fue clave para varias generaciones. Ahora hay mucha confusión ¿La polémica con ley trans ha contribuido?
—Hay mucha confusión, pero no porque se haya aprobado una ley trans, sino porque se aprueba sin consenso, por un procedimiento extraordinario que evitó la discusión. Lo único que se ha hecho ha sido descalificar, insultar, cancelar a la gente que se opone. Ha generado mucha polémica y mucho descrédito para todo el feminismo. Y efectivamente hay confusión. Es muy problemático para los hombres y las mujeres jóvenes que no tengan las herramientas adecuadas para vivir libres de violencia. Ningún niño nace violador y tenemos niños violando con 14 años. Tenemos un serio problema. Algo estamos haciendo mal. Y ese merece una reflexión seria y un debate respetuoso. Ningún niño nace despreciando a las mujeres, eso se ha conseguido en una sociedad con tremendos déficit de igualdad.
—Fue pionera en abrir centro de atención a víctimas de violencia sexual en su etapa como directora de la Mujer en Asturias. ¿Cómo deben ser estos centros que se abren ahora en Castilla y León?
—Los centros pueden ser una herramienta importante con unmodelo adecuado. Tiene que tener profesionales formadas, que la administración no tiene, y un enfoque victimocéntrico, que no estén a expensas de la denuncia y de la policía. Deben ser la referencia para la coordinación de la violencia sexual.
—¿Qué resultados vio?
—De entrada vimos la necesidad. El centro se nos quedó pequeño en un año. Nunca imaginé las cifras con las que nos encontramos. Lo segundo que vimos fue la cuestión de las menores de edad y en un año organicé un equipo específico. Empezamos a tener cifras buenas, no cifras de denuncias, y detectábamos depredadores sexuales porque nos llegaban víctimas de la misma persona, cosa que la policía no detectaba.
—¿Parte del problema de la lucha contra la violencia de género es que se focaliza en la denuncia?
—Hay muchos fallos. Se sigue culpabilizando a las víctimas, cuando la obligación de los poderes públicos es evitar esa violencia. La valoración del riesgo la hacen los cuerpos de seguridad y no personas expertas. Es un algoritmo que falla continuamente. ¿Cómo es posible que no se haya detecta que la última mujer asesinada había sido víctima de violencia de cuatro hombres? El primer caso que yo tuve en Asturias era un señor que había pasado cuatro veces por el juzgado. ¿Cómo puede ser?
—La inversión del Pacto de Estado (aunque cojo porque Vox está fuera y además es negacionista). ¿Es poca o se usa mal?
—Las dos cosas. Son escasos, pero además el Pacto de Estado hay que evaluarlo. No hay personal especializado en la función pública porque no existen esos puestos de trabajo. Necesitamos dinero y estructuras. Y es una barbaridad que una administración que tarda ocho meses en sacar la convocatoria exija la ejecución anual. El abordaje de la violencia, igual que las políticas de igualdad se ha quedado en una cosa superficial.. Hay que poner el foco en los fallos reales. Como digo en el libro, todo el mundo quiere el feminismo y la igualdad. La extrema derecha y la derecha para erradicarla y la izquierda como sujeto político.
La presentación, a las 19.00 horas del martes 17 en la sala Región del ILC, está organizada por la Asociación feminista leonesa Flora Tristán y la Asociación de Periodistas Feministas de Castilla y León (Apfcyl).