Diario de León

Debate en León: «La batalla de la educación social es entrar en la escuela»

La educación social es una profesión ‘nueva’ que se ha convertido en un pilar básico de la acción social pero no acaba de ser reconocida por las instituciones. En León debate su importancia para cumplir los ODS en una jornada internacional.

Alberto Santamarta y Juan Ramón Rodríguez en la Facultad de Educación. FERNANDO OTERO

León

Creado:

Actualizado:

La educación social fue reconocida como diplomatura en 1991. En León, desde 2012 es un grado universitario. «La educación social surge con una mirada fija en las personas, para la defensa de sus derechos, su desarrollo individual y comunitario», apunta Alberto Santamarta, presidente del colegio profesional de Castilla y León.

Los y las educadores sociales trabajan con menores tutelados, en centros penitenciarios, con asociaciones y colectivos sociales, que atienden desde personas con enfermedades crónicas a población en riesgo de exclusión, discapacidad intelectual, centros de día, residencias de mayores, acompañamiento a víctimas de violencia de género, orientación laboral e itinerarios de empleo...

Su espectro de acción «pone a la persona como protagonista de su transformación», comenta Juan Ramón Rodríguez, profesor de la ULE y director de la jornada internacional sobre eduación social y ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) que acoge la Facultad de Educación.

«La educación social tiene influencia en entender los ODS y a la vez los ODS abren muchas posibilidades a la eduación social», apunta. Esta bidireccionalidad es clara en ODS como erradicar la desigualdad social. «La educación trata de paliar las necesidades y facilitar la plena integración y eso contribuye a disminuir la desigualdad», señala Rodríguez.

Pese a ser un pilar básico de los ODS, la eduación social es una profesión que «se malconoce», subraya. Cerca de medio millar de profesionales están adscritos en la Comunidad al colegio profesional con carácter voluntario, unos 80 en la provincia de León.

La función de los y las educadores sociales la conocen muy bien las personas con las trabajan. «Gestionamos proyectos y subvenciones, realizamos atención directa, talleres para que las personas conozcan sus derechos y los recursos que hay para su situación, nos coordinamos con otros profesionales a nivel autonómico y estatal, hacemos orientación laboral», apunta Susana Cordero, educadora social de la Asociación de Esclerosis Múltiple de León. «Somos los ‘facilitadores’», añade.

Para las administraciones públicas, sin embargo, es una figura difusa apenas reconocida en las convocatorias de plazas públicas. La educación social queda solapada o engullida por otras denominaciones que no exigen titulación específica. «Ponga un educador social en su vida, es lo que les digo a todos los políticos que

Una de las batallas que está dando el colegio es que la figura de la coordinación de bienestar en los centros escolares sea asumida por educadores sociales. «Sin embargo, no se ha definido qué perfil profesional tiene que desempeñar esta figura y tiran de las personas que están en el centro con otras funciones», lamenta Santamarta.

«Entrar en la escuela es la batalla de la educación social», recalca Juan Ramón Rodríguez. El catálogo de reivindicaciones que el Colegio de Educación Social de Castilla y León lleva como estandarte incluye la incorporación de estos profesionales en los centros escolares «a la vista de las experiencias positivas en las comunidades autónomas « donde ya está implantada.

En la escuela, los y las educadoras sociales tienen un campo abierto con funciones de atención especializada, como son las situaciones de conflicto y violencia, o el absentismo escolar, como también de educación y prevención con las familias, educación emocional y valores, para la salud, el ocio.

Facilitar la relación y gestión con mecanismos de participación, fomento del contacto con las familias y conexión con el entorno es otra de las misiones de la educación en los centros escolares, «especialmente para los puestos que actualmente se definen como PTSC (profesorado técnico de servicio a la comunidad), UAO (unidades de acompañamiento y orientación) y Coordinador de Bienestar».

La educación social trasciende la labor del trabajo social, más sujeta a la gestión de prestaciones, protocolos y a la burocracia que implica. «Educamos para transformar, acompañar a las personas pero siempre sabiendo que son ellas las protagonistas del proceso», matiza.

La educación social se convierte, con esta meta, en un pilar para reducir la cronicidad de las personas en los servicios sociales es otra de las misiones. Alberto Santamarta pone el ejemplo del Ingreso Mínimo Vital (IMV). Una persona puede obtener esta prestación, a través de los trabajadores sociales de los servicios sociales, pero quedarse de por vida sin salir de esta situación e incluso que la hereden las siguientes generaciones si no se interviene. Ahí está el papel de la educación social.

El acompañamiento y la intervención socioeducativa como complemento a las medidas de apoyo en vivienda, empleo, salud, ocio, formación son la clave para que «las personas superen la prestación económica como recurso aislado».

Incluir en los diferentes programas de atención a la ciudadanía la visión socioeducativa es otro de los ejes que la educación social predica y reivindica a las instituciones. Para ello quieren sustituir en las nomenclaturas de trabajo públicos puestos como educador familiar por educador social y que las plazas que se convoquen exijan la titulación. En el plan concertado de servicios sociales reclaman que la unidad de trabajo social sea unidad de acción social, para facilitar la incorporación de equipos multidisciplinares. Aumentar las ratios de educadores sociales en servicios sociales de primera línea y promover la incorporación de esta figura en Sacyl para fomentar hábitos saludables son otras reclamaciones del colectivo.

tracking