Diario de León

El retrovisor

Mapas alternativos

Mapa. DAVID CAMPOS, 2024

Publicado por
Alberto Flecha

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Todos los mapas tienen una malicia. Lo pienso mientras cruzo la frontera portuguesa. Las grandes piedras de granito, los robles que se juntan con las nubes plomizas del horizonte. Cuesta pensar que hemos atravesado un límite sino fuera por el cartel azul con el nombre del país vecino en medio de un círculo de estrellas.

José Saramago comenzó aquí su Viaje a Portugal. Parado en medio del puente que cruza el Duero, con el motor en un país y el maletero en el otro, hablaba a los peces. Entre las dos imponentes paredes de piedra de los Arribes, les preguntaba a los habitantes de ese río-frontera por su nacionalidad y ninguno fue capaz de contestarle.

Justamente aquí empieza la Tierra de Miranda. Dicen que cuando un español poco avisado escucha hablar mirandés piensa que le hablan portugués. Y algo parecido le ocurre al oyente portugués que cree que en su patria hay quien habla la lengua castellana. Pero aquí en Miranda se conserva una de esas lenguas del bloque asturleonés que cabalga a ambos lados de la frontera.

Precisamente en uno de los pueblos de esta tierra, en Picuote, se celebra la Fiesta de las Lhénguas. Una fiesta para festejar la lengua mirandesa y sus vecinas. Aparcamos el coche junto a una de esas paredes de granito. La freguesía nos invita a comer y en el comedor nos encontramos a representantes de distintas variedades lingüísticas. Hay asturianos y portugueses, leoneses y zamoranos. A nuestro lado, el alcalde de Porto nos habla del portexo, la curiosa fala que solo se habla en este pueblo que se asoma a Galicia desde Sanabria. Por su iniciativa, este pueblo saltó a los medios hace unos años por hacer un referéndum por el que solicitaban pasarse a la comunidad gallega. Fue una forma de llamar la atención sobre su olvido y su abandono.

Su caso me recuerda en cierta forma a la disputa del ayuntamiento de Candín con Galicia por hacerse con el nombre de Valle de Ancares, algo que recientemente han conseguido. Hasta los nombres, hasta las palabras pueden ser capaces de no tomarse en serio las fronteras cuando no coinciden con sus intereses.

Todos los mapas tienen una malicia. Lo pienso aquí, donde se unen tierras aparentemente tan dispares, pero unidas por un interés común. Asturianos, leoneses, portugueses; gente de Miranda, defensores de una cultura que se resiste a morir. En este pueblo rayano de Picuote se traza, sobre los mapas convencionales con los que nos bombardean en libros y paredes, un territorio alternativo. Es un mapa que se resiste a morir. Lo pienso mientras cruzo una frontera que está trazada con un cartel, la Raya que durante siglos cruzaron personas y palabras a la sombra de autoridades y mojones de granito.

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