Edificios emblemáticos de León: Casa Francisco Presa
En enero de 1935, Isidoro Sainz Ezquerra proyectó esta Casa de Vecindad para Don Francisco Presa en un solar de la calle Santa Cruz de la capital leonesa.
Concibió el edificio con muros de carga en tres crujías sobre un semisótano para carboneras y almacenes. La planta baja con locales comerciales que finalmente destinó a viviendas alrededor de un centrado portal con la escalera que sube a dos plantas para 4 pisos distribuidos por quebrado pasillo entre estancias homogéneas: las más vivideras a la calle, y las cocinas y aseos a dos pequeños patios traseros. Dispuso la fachada –hoy tan difícil de abarcar con la mirada-, en tres tramos: dos laterales y uno central que, en un insólito juego formal –casi en damero-, de abajo a arriba y de izquierda a derecha, alternan paños de ladrillo recocido en tono oscuro aparejado a tizón, y lienzos revocados, con verdadero sentido decorativo y gran plasticidad.
Abajo, mínimo zócalo horadado por las troneras del semisótano enlazadas por tiras de ladrillo. En el eje, estrecha puerta arqueada bajo miradores de obra con ventanas corridas y carpintería de madera pintada de verde ¡tan leonesa!, entre franjas opacas e impostas dibujando forjados y alféizares que, en la segunda planta, conforman balcones adyacentes. En los laterales, ventanas verticales recortan el ladrillo y el estuco con la misma carpintería reticulada de contraventanas y pretiles metálicos sobre repisas. Y en lo más alto, frentes revocados y escalonados que enfatizan cada tramo y rematan la composición…
A mitad de los años 30, en aquellos tiempos crispados y marcados por las tensiones de un vertiginoso mundo en transformación, Sáinz-Ezquerra, siempre instalado en el Eclecticismo, manejaba un repertorio formal próximo al Art-Decó, -casi un estilo propio-, jugando con la geometría para combinar el ladrillo con el revoco y provocar delicados efectos cromáticos que todavía hoy proclaman, la deslumbrante presencia del pasado en nuestro patrimonio inmobiliario urbano… ¡Que dure!