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La amenaza por la desaparición de aves

Más de 1.300 especies se extinguirán en los próximos 200 años, lo que puede provocar daños significativos en la naturaleza por la pérdida de roles en el ecosistema

Pingüinos del zoológico de Edimburgo, capital de Escocia. SUSANA BLAYA

Publicado por
León

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La extinción prevista de 1.300 aves en los próximos 200 años puede provocar daños significativos en el ecosistema, debido a la pérdida de roles esenciales como la polinización, la dispersión de semillas y el control de plagas, según un estudio.

Son las conclusiones de un estudio liderado por la Universidad de Birmingham y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestal (CREAF), que analiza el impacto de la desaparición de aves desde los primeros pasos del ser humano, hace 130.000 años, y hace proyecciones de futuro.

En total, se calcula que ya han desaparecido como mínimo 610 especies desde la aparición de los seres humanos, casi todas ellas por causas humanas, y se estima que solo en los próximos dos siglos podrían extinguirse otras 1.305 especies, prácticamente el doble.

La investigación apunta que ya se ha perdido el 20 % de diversidad funcional —la pérdida de diversidad y de roles en la naturaleza— a nivel mundial y proyecta que los próximos 200 años puede sumarse un 7 % adicional.

El estudio, publicado en la revista Science , advierte de que las consecuencias de la extinción son mayores de lo que se creía.

En este sentido, los investigadores resaltan que las aves «desempeñan una función única en el ecosistema» y que, por tanto, cuando desaparece una especie, su rol en el entorno natural muere con ella.

Entre los ejemplos más comunes se encuentran aves que controlan plagas alimentándose de insectos, las carroñeras que se encargan de eliminar desechos orgánicos y aquellas que se alimentan de fruta y dispersan semillas contribuyendo al brote de nuevos árboles. Los investigadores concluyen que «conforme más especies con roles diferentes desaparecen, se pierde una mayor diversidad funcional».

«Comprender el impacto de las extinciones pasadas nos ayudará a calibrar mejor las consecuencias futuras en los ecosistemas y, por tanto, a mejorar las estrategias de conservación».