Diario de León

El Santuario de La Virgen del Camino

C/ Pablo Díez, número 2. (La Virgen del Camino). OVIDIO PRIETO, 2023

León

Creado:

Actualizado:

E n septiembre de 1952, Pablo Díez Fernández, natural de Vegaquemada, distinguido empresario que hizo fortuna en México y ferviente devoto de la Virgen del Camino, propuso al Obispo Almarcha derribar el viejo Santuario y levantar uno nuevo de mayor capacidad que quedaría al cuidado de los Dominicos. El mismo año encargaron un proyecto a Juan Torbado Franco que no gustó a Don Pablo ni a los Dominicos, los cuales propusieron a Fr. Francisco Coello de Portugal para que proyectara un nuevo Santuario «más moderno». El Proyecto fue aprobado a finales de 1957 y la obra se terminó en 1961. A requerimiento del promotor, Fray Coello preservó el «retablo preexistente en su sitio original», ahora abrazado por un gran muro en forma de U revestido por lajas de piedra a modo de prismático torreón abierto a la luz cenital que acaricia el altar mayor y el retablo barroco completado por Lapayese. Dicho torreón articula el volumen de la iglesia con el Camarín de la Virgen, la Sala de Exvotos y la Sacristía en torno a un pequeño patio. El templo, de una sola nave, se levantó con estructura de hormigón y cerchas metálicas, sin soportes ni obstáculos en un interior austero, sencillo y armonioso, bien proporcionado y perfectamente iluminado. Madera en zócalos, suelos y techos. Confesionarios en los muros. Piedra en las paredes, la meridional calada por tres filas de estrechos vanos abocinados al tresbolillo con parasoles exteriores que matizan la luz… y la penumbra! A los pies, sobre el coro, una gran vidriera de cemento y vidrio de Alberto Rafols. Al exterior, basamento de mampostería interrumpido por bellas puertas fundidas en bronce. Encima, la caja de piedra blanca de Campaspero sobre una marquesina de hormigón y pilares metálicos que recorre el edifico, separándose de él para conformar un atrio frente a la fachada principal, enriquecida por la gran vidriera tras el monumental apostolario de José María Subirachs, sobre unas extraordinarias puertas del mismo artista. Y al norte, al aire libre, un altar pétreo en la base del campanario, última estación del Vía Crucis y esbelta estructura abierta de hormigón, contrapunto de la horizontalidad de la nave y referencia del Santuario en el territorio… Para Antonio Fernández Alba: «obra brutalista», rotunda, ciertamente abstracta y sin duda verdadero arte de vanguardia, clave en la arquitectura religiosa española de los años 50… ¡Una joya!

tracking