La escuela que hila la tradición más leonesa

Empezó como una experiencia abierta al público en el Museo de los Pueblos Leoneses y ha dado sus primeros pasos en la Casona de San Feliz de Torío. Doce mujeres más una han aprendido a manejar husos y ruecas en una juntanza semanal.

Con mandiles de diseño propio y sin disfraces para parecer antiguas porque quieren transitar por el siglo XXI de la mano de una tradición, que es saber y poder. Alba Rueda, una periodista asturiana afincada en Vegas del Condado, es la muñidora del singular proyecto que este fin de semana celebró la ‘graduación’ de las primeras doce alumnas de la escuela con un filandón «real».

«Todas ellas han sido capaces de hilar la lana y con el hilado, con huso o con rueca, han hecho maravillas para el trabajo de fin de curso». Desde mantitas para bebés, una funda para un sofá, la parte trasera de un chaleco, una oveja o madejas. La mayoría son tejedoras con lo que aprender a hilar les permite tejer sus prendas con lana propia. «Lo que hacemos es hilarla y luego tejerla a ganchillo, a dos agujas o para tejer en un telar», explica.

En algún caso han teñido la lana antes de hilarla y también han aprendido a madejarla, presentándola con prestancia. El broche al primer curso de la Escuela de Hilanderas de León lo puso un filandón «real». Una juntanza en la que la palabra y la música tuvo el acompañamiento, quizá por primera vez en muchos años, de las hilanderas. Como se hacían los filandones, seranos e hilorios a lo largo y ancho de la provincia antes de que la televisión robase la atención de los cuentos y las ciudades la población a los pueblos.

El grupo Romanza & mimbre ofreció una degustación en directo de su segundo disco, Contar, cantar el secreto de la tradición, mientras las mujeres hilaban al ritmo de notas y palabras. Se habló del pasado, pero también del futuro. Y se anunció que para enero de 2025 la Escuela de Hilanderas de León contará con dos sedes. A la Casona de San Feliz de Torío se suma el Museo de la Trashumancia de Salamón, en el municipio de Crémenes.

Las hilanderas se suben a la montaña y abrigadas por el calor de este pequeño museo rural recogerán otros hilos de tradición para tejerlos con la vida del siglo XXI. El círculo se cierra a la vez que se ensancha con nuevos horizontes, como los que pudieron otear desde lo alto de los puertos de Abelgas, en los montes de Luna, a donde este verano acudieron a visitar a quien se ha convertido en su nueva madrina. La pastora trashumante Violeta Alegre que, junto a su marido, Gregorio Fidalgo, está al frente de Ganadería Fial, la primera titularidad compartida de la provincia, se ha convertido en su protectora.

«Me ha hecho mucha ilusión y me he sentido emocionada y sorprendida a la vez que orgullosa de mí y de ellas», comenta Violeta Alegre. «Que en este tiempo que vivimos hayan creado una escuela de hilanderas es como ir contra corriente y ellas han conseguido avanzar muy seguras», añade.

La visita que le hicieron este verano al puerto donde pastorea a sus merinas negras ha unido a las hilanderas con el origen de la lana. Para el próximo curso, tienen previsto visitar la explotación de Goyo y Violeta durante la esquila, para que puedan «pisar y recoger la lana y que se lleven vellones para hilar lana merina de León».