La Mutualidad del Carbón del Noroeste
En abril de 1955, Prudencio Sánchez Barrenechea, a la sazón arquitecto municipal, redactó un proyecto de reforma para instalar en León las oficinas de la Mutualidad Laboral del Carbón del Noroeste de España, en un edificio disponible de la calle de Colón con dos plantas a dicha calle y solamente una en la fachada trasera a la plaza del mismo nombre. Encajó el programa de necesidades situando en la planta baja un zaguán y el vestíbulo de público con mostrador, oficinas de caja, registro, prestaciones y archivo. A la izquierda, la Dirección y a la derecha la Secretaría. Los aseos hacia la plaza, junto a la Clínica con su sala de espera, consultas, rayos, laboratorio y tribunal médico. Una amplia escalera subía a la Sala de Juntas, Intervención, Contabilidad y sala de Ficheros, además de una zona sin distribuir. Modificó totalmente el aspecto de la fachada principal existente mediante «la disposición de un aplacado en piedra artificial y plaqueta de ladrillo»; simétrica y tripartita. En la base un zócalo resaltado y la portada en el eje con buenos hierros de forja bajo un frontón triangular partido sostenido por triglifos prismáticos, con el escudo de la Mutualidad en el tímpano y encima, un ventanal cuadrado. A ambos lados, tres vanos verticales separados por machones sobre repisas de piedra artificial enmarcados por plaqueta de ladrillo roja. Arriba lo mismo pero sin plaqueta. Todo estructurado por un orden gigante de pilastras toscanas que parecen sostener un entablamento sin arquitrabe, con friso rotulado y cornisa de coronación... Más Arquitectura Institucional del Régimen, hoy sucia, plena de cables y «utilizada» por los Servicios Sociales de la Administración Autonómica... A mitad de los 50, y con La Cultural a punto de subir a Primera, Barrenechea seguía anclado en extemporáneos y casposos «protocolos autárquicos», para ofrecernos este inverosímil y monumental edificio, fiel testimonio del «enrarecido contexto» en que se movía aquella sociedad leonesa… Al mismo tiempo, Jacobo Romero, desde Madrid, levantaba las Casas de Domingo López en la Plaza de la Inmaculada, paradigma de la anhelada nueva arquitectura en tránsito hacia el Mundo Moderno.