Historias de superación
«Casi no veo pero prefiero vivir sola, que me recuerden feliz y bailando»
La degeneración macular ha dejado casi ciega a María Concepción Ordóñez, que a sus 86 años ha adaptado su vida y su casa a su nueva situación, a la que se añade los problemas de movilidad. No claudica y prefiere vivir sola, con apoyos y con la casa adaptada y etiquetada
A Mari, María Concepción Ordóñez, le gusta vivir sola. «No quiero a nadie conmigo, prefiero la independencia». Con esta actitud y la alegría que quiere contagiar a los suyos quiere seguir siendo una mujer independiente y transmitir felicidad y optimismo a sus hijos y nietos. Mari tiene 86 años y un diagnóstico de Degeneración Macular Asociada a la Edad ( DMAE) que limita principalmente su campo de visión ( un escotoma absoluto en el ojo izquierdo y escotomas múltiples en el ojo derecho). Lo que significa ese diagnóstico es que apenas ve, pero conserva un pequeño resto en su visión periférica que aprovecha al máximo. Su situación ha empeorado en los últimos seis años y se incorpora a su historial clínico a otras muchas dolencias en las articulaciones. Por eso camina con un andador «que me ha dado la vida», asegura, y le permiten disfrutar de esa independencia que siempre ha tenido para trabajar en la tienda que tenía en el pueblo, con un estanco, criar a sus hijos —tiene siete—y cuidar de su marido cuando cayó enfermo hasta que falleció. Quedó viuda a los 60 años. «Me apaño muy bien».
Para conseguir ese grado ha necesitado el apoyo de la ONCE de León, a la que se afilió hace un año, que le ha facilitado un programa de rehabilitación y materiales específicos para personas con baja visión. Cada afiliado tiene un Plan Individual de Actuación (PIA) con un primera valoración de los servicios sociales necesarios en cada caso (trabajadora social, oftalmólogo y optometrista especializados en baja visión, técnico de rehabilitación, psicólogo, instructor tiflotecnológico y programas de ocio y tiempo libre).
«Prefiero independencia, con tanta gente a mi alrededor siento que estorbo, quiero estar sola»
Le gustan mucho las viseras adaptables con lazada y el efecto protector de sus nuevas gafas con filtro. Tiene una lupa de más de 3 aumentos. No quiere gafas de cerca porque se arregla mejor con las lupas manuales e incluso electrónicas.
Una asistente personal le ayuda con el aseo, pero es muy autónoma y ha adaptado y etiquetado todos los utensilios para su cuidado personal. Desde la ONCE la definen como una persona muy organizada. Usa muchos trucos, adaptaciones que ha personalizado, además de buenas fuentes de iluminación adicional. En su casa lo tiene todo organizado para acceder a lo necesario sin necesidad de utilizar toda la vivienda, de seis habitaciones que limpia «poco a poco». «Hay una persona que viene a ayudarme una vez a la semana y a veces vine otra lo que para mí es un trastorno porque si cambia las cosas de sitio luego no lo encuentro».
La primera planta de su vivienda está adaptada como un pequeño apartamento con todo etiquetado y con luces estratégicas. En el salón, donde acaba de bajar toda la ropa de invierno, ha marcado en el suelo un sendero más oscuro para saber por dónde tiene que caminar y no tropezar. Su teléfono móvil es de teclas grandes y tiene un reloj parlante con una esfera de mucho contraste.
Su familia le lleva la comida a diario, aunque ella cocina platos sencillos. Todos los viernes acude a tertulias y talleres de memoria cognitiva en la ONCE.
«No quiero caer en una depresión, he luchado mucho y seguiré luchando. Con mis amigas voy todos los días de 6 a 8 al bar, jugamos a las cartas con una baraja gigante que he adquirido en la ONCE. Mi filosofía en la vida es que si yo soy feliz hago felices a los demás. Quiero que me recuerden siempre feliz y bailando».