Diario de León

La Güeste toma la noche de ánimas en Villalfeide

León

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La Güeste, una tradición ancestral en el noroeste peninsular, regresó en la noche de ánimas de Villalfeide. Los fantasmas de los muertos desfilaron en una procesión nocturna y literaria seguidos de cientos de personas que acudieron a este pueblo del municipio de Matallana de Torío.

Todos las veían y nadie las miraba, no a los ojos. Nadie recogió el cacho de pan que ofrecían para quedarse a atormentar algún vivo durante los 365 días siguientes.

La Güeste, una suerte de santa compaña a la leonesa, convocó a las almas en pena con la complicidad literaria de Emilio Gancedo, que recitó en madreñas el conjuro para estar bien sujeto a la tradición y bajo el resguardo de un árbol otoñado.

Avelino Fierro pidió a las ánimas: "Venid, venid, venid; mostraos por piedad" para " enseñarnos cómo es la eternidad".

Toño Benavides, en la última parada, hizo participe al público de su glosa de ánimas 'Una cogorza muy bestia en compañía de la Güestia, "un ripio irreverente y desigual para celebrar la noche de todos los santos borrachos" en el que público recitaba, contra los gritos de las ánimas, "Ánimas del purgatorio, no vengáis por nuestros huesos que todavía no estamos tiesos".

A oscuras, solo el reflejo de las antorchas sobre la blancura de las ánimas guiaba el cortejo por las calles empinadas de este pueblo alto de la montaña central, pueblo de alma minera, donde las estrellas parecían al alcance de la mano en la noche de todos los Santos.

En la ermita, las voces de las mujeres invocaron a las almas en pena con sus cantos acompañados de zanfoña (Rodrigo Martínez) y panderetas (Gritxanda) y con el toque a muerto de campana conjurado por el fervor por la vida.

La Güeste salió a las diez de la noche, desde la pradera de la Alhama, después de las lecturas de cuentos y leyendas de aquí y de allá y tuvo su versión infantil y juvenil durante toda la tarde con una gran afluencia de niños y niñas que disfrutaron de una fiesta de Halloween (para ellos es ya tradición) con truco-trato por las casas que, señaladas por el dibujo de una castañera, ofrecían golosinas a los peques.

La Junta Vecinal, organizadora de este evento cultural y festivo que cumplió ocho ediciones, ofreció chocolate y sopas de ajo para calmar los estómagos después de la experiencia de caminar junto a la Güeste y verla desaparecer, al fin, en la oscuridad de la noche como si se la comieran las montañas.

No se recuerdan tantas almas en este pueblo desde tiempos del carbón, de los que da fe una vagoneta con la imagen de Santa Bárbara y los atributos del minero en la Alhama. Tres mujeres Alma Tascón Tascón, Adriana Estébanez Tascón y Vanesa Diez Rodríguez son las artífices de La Güeste que empezaron como un ritual de amigos para celebrar la noche de los muertos sin sellos de importación y la han convertido en una cita a la que la gente acude en silencio, disfrutando cada palabra y envolviéndose en el misterio de la oscuridad.

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