¿Cómo hablar a un enfermo de Alzheimer?
Un estudio español pionero determina la forma de expresión que maximiza la atención y comprensión de esta clase de pacientes
El mal de Alzheimer es hoy una enfermedad terrible, sobre todo en sus fases más avanzadas, porque no solo destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar de quien padece esta demencia sino que, con el tiempo, ofusca su entendimiento y le priva de la posibilidad de llevar a cabo de forma autónoma las tareas más básicas y sencillas. Por todo ello, para mejorar su calidad de vida, es fundamental dar con las estrategias orientadas a conseguir la máxima eficacia comunicativa con estos pacientes. Utilizar a la hora de hablar las fórmulas que maximizan, en la medida de lo posible, su respuesta emocional y cognitiva.
Científicos de cuatro universidades españolas, liderados por la Pompeu Fabra de Barcelona, acaban de concluir una investigación pionera que, justamente, intenta dar respuesta a esa aspiración. Revela cuál es la forma más efectiva de hablar a los enfermos de Alzheimer (casi un millón en nuestro país) para que su reacción emocional y sus niveles de atención y comprensión sean lo más óptimos posibles. Cuál es el tono, la velocidad, la intensidad o la actitud más apropiada.
La investigación, que fusiona dos estudios complementarios, indica tanto qué es lo cree más conveniente como qué es lo más ineficaz. El trabajo, dirigido por la catedrática de Psicología Emma Rodero, explica que la estrategia comunicativa correcta requiere de una actitud en la que se les hable con cariño, pero con firmeza, de una pronunciación que remarque las palabras importantes y se esfuerce por articular las sílabas con gran claridad, de una velocidad de dicción más bien pausada, que varíe la entonación con naturalidad y use una intensidad y un tono medios.
Lo anterior es lo ideal, pero también aclaran lo que no debe hacerse en ningún caso porque dificulta aún más una comunicación ya de por sí compleja. Hay que evitar hablar rápido a los pacientes, con paternalismo y con intensidad alta, tono agudo y entonación monótona. Y nunca hay que olvidar pronunciar con claridad y remarcar las palabras que más condicionan la comprensión del mensaje. Emma Rodero defiende que utilizar la fórmula recomendada en su investigación "contribuye a conseguir un proceso de comunicación efectivo para que el paciente comprenda y realice las tareas con un estado de ánimo y motivación óptimo y se palíen situaciones conflictivas o estados de ansiedad que se producen en el día a día".
A estas conclusiones llegaron a través de dos trabajos para los que contaron con la ayuda de 312 personas entre cuidadoras y pacientes. El primero, realizado con 252 cuidadoras (mitad profesionales, mitad familiares), usó una encuesta sobre las mejores estrategias de comunicación con estos pacientes y un test auditivo en el que una misma frase -"las pastillas azules están en la mesa de la habitación"- se expresó de diferentes maneras y las participantes debían valorar con entre 1 y 7 puntos la eficacia comunicativa que tendría con su enfermo cada una de estas variaciones de tono, intensidad, pronunciación, velocidad, etcétera.
Test auditivo y monitorización El segundo trabajo contó con 60 personas, 30 enfermos de Alzheimer en una fase temprana de la patología y 30 ciudadanos sin está dolencia que actuaron como grupo de control. Consistió en un test auditivo, similar al anterior, durante el que se monitorizó su reacción fisiológica ante instrucciones pronunciadas de diferentes formas. Cada paciente llevó cinco electrodos en distintas partes de su cuerpo que permitían registrar las variaciones de su actividad cardíaca, su respiración y su sistema nervioso mientras escuchaban las instrucciones pronunciadas de varias formas. La monitorización se completó con la aplicación durante la escucha de un sistema de reconocimiento facial de las emociones.
Los trabajos, además de una estrategia recomendable de comunicación con los enfermos, desvelaron otras dos realidades sobre los cuidados de estos pacientes. La primera, que nueve de cada diez cuidadoras creen que la comunicación juega un papel clave a la hora de conectar con las personas que padecen esta demencia y que la forma en que se les habla provoca emociones y afecta a su nivel de atención. La segunda, que el 94% de las cuidadoras no profesionales, normalmente mujeres de la familia, necesita más formación en este aspecto clave de su labor.