JORNADA DE PUERTAS ABIERTAS EN ALCOHÓLICOS REHABILITADOS
José Escobar: «Lo más difícil de la terapia es asumir que no vas a volver a beber alcohol en tu vida»
La Asociación de Alcohólicos Rehabilitados atiende en terapia a 231 personas, de las que 62 son mujeres, un perfil que va en aumento
El alcoholismo no se cura, nunca. La enfermedad es para toda la vida. Por eso, el comienzo de una terapia es un paso que los enfermos dan empujados, en la mayoría de los casos, por las familias. «Lo más dificil de la terapia es sumir que nunca más vas a volver a beber alcohol en tu vida, nada, ni un vino ni una cerveza. Es dejar a lo que consideras un aliado que te ha ayudado a tapar todos los problemas. Sería como empezar de nuevo porque detrás de una copa va otra. Si tienes la suerte de contar con las familias, los médicos y caes en una asociación como esta, donde te reciben como en casa, con unas profesionales muy preparadas, todo es más fácil». El presidente de la Asociación Provincial de Alcohólicos Rehabilitados (ARLE), Pepe Escobar, que este viernes organizó una jornada de puertas abiertas para dar a conocer el trabajo en la nueva sede, asegura que cada vez llegan personas más jóvenes y más mujeres que se atreven a dar el paso para la rehabilitación. «La media de edad de pacientes en tratamiento está entre los 33 y los 40 años, y tenemos jóvenes de 22 que, por suerte, han reconocido el problema a tiempo y deciden tratarse».
En la actualidad hay 231 personas adictas al alcohol que están en tratamiento en la asociación (62 son mujeres), 139 de ellas en programas activos y otras 92 en seguimiento. Las terapias involucran a las familias con un programa específico al que asisten 81 familiares. El aumento de mujeres en los grupos no significa necesariamente que el consumo aumente «sino que cada vez hay más mujeres que se atreven a dar el paso y pedir ayuda. Es muy positivo que den el paso», asegura Marta Prieto, una de las dos trabajadoras sociales de la asociación, con Victoria Álvarez. «En pocos años se irán equiparando el número de hombres y mujeres porque también hay un patrón de consumo igualitario». Las personas más jóvenes en tratamiento están en Programa de Atención Penitenciaria que lleva la ARLE, al que asisten 40 personas. «El rango de edad disminuye considerablemente».
Un proceso para toda la vida
El primer paso para llamar a la puerta de la asociación, situada en el cuarto piso del número 51 de la Avenida de la Facultad, se da «arrastrada por la familia», asegura Prieto, un grupo numeroso al que se suman los pacientes derivados por las consultas de Atención Primaria y de Salud Mental.
La duración del programa terapéutico dura tres años «pero la enfermedad es crónica y después se hace un seguimiento ambulatorio.
El consumo mínimo de alcohol recomendado por la OMS es cero. Nada, ni una copa. «Cualquier consumo de alcohol afecta al hígado, al cerebro, al corazón o a cualquier órgano y está detrás de muchos cánceres». Pepe Escobar cree que hay pocos cambios en la percepción del riesgo. «Es una droga permitida, legal, como el tabaco. Antes se percibía la imagen del alcohólico en el banco, pero ahora no es así, es transversal. A la asociación vienen personas de todas las profesiones y de todas las edades, cada vez más jóvenes. La media de pacientes en tratamiento en la asociación está entre los 33 y 40 años, y tenemos de 22 años que, por suerte, han reconocido el problema a tiempo y han decidido tratarse. Hay muchos enfermos que son alcohólicos funcionales, que trabajan y hacer las cosas más o menos bien, pero llega un momento en que todo empieza a ir mal, el trabajo, las relaciones de familia, todo».
Escobar asumió la presidencia de ARLE hace dos años. «Para ser presiente tienes que llevar al menos tres años en abstinencia y yo ya llevo ocho». Recuerda cuando comenzó a beber «como la mayoría de los adolescentes, con 13 o 14 años, empezando con la cerveza los fines de semana. Luego vas cumpliendo años y sales todos los fines de semana y te conviertes en alcohólico de fin de semana. Y después empiezas a consumir a diario y ahí es cuando empiezas a tener un abuso serio del alcohol. Yo era consciente de que era adicto durante unos años, pero era la única forma de no pensar mucho las cosas, los problemas de la vida, cotidianos».
El alcohol es accesible y barato. «No es una droga cara y más fácil de conseguir, está en todas partes».
ARLE mantiene sus programas y terapias con la cuota de 80 euros anuales de los más de 300 socios y de ayudas procedentes de la Junta de Castilla y León, que este año suma 49.000 euros, 10.000 de la Diputación de León y 3.000 del Ayuntamiento.