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ENTREVISTA

Pablo Bustos: «El reto de la Inteligencia Artificial no es igualar al cerebro sino a la mente»

El catedrático de Universidad en Arquitectura y Tecnología de Computadores participa hoy en León en el XVII Ciclo de Actualidad Científica y Cultural de la UE. Alerta de la concentración de poder económico y político de medio centenar de empresas tecnológicas

Pablo Bustos, un robot y Luis Manso.

León

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Robótica y consciencia, ese es el título de la conferencia que Pablo Bustos García de Castro, catedrático de Universidad en Arquitectura y Tecnología de Computadores en la Universidad de Extremadura, ofrece hoy en León dentro del XVII Ciclo de Actualidad Científica y Cultural de la Universidad de León que se celebra en la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales a las 19.30 horas.

—¿Qué es lo último en robots sociales?

—El objetivo es que los robots interactúen en espacios interiores con personas. Ya hay robots en residencias para acompañar al personal sanitario en el reparto de medicinas o ayudar en terapias cognitivas. La interacción física es más complicada. El asistente doméstico está aún muy lejos porque la interacción de los objetivos y el espacio es algo que todavía no sabemos hacer.

—Los robots ya están presentes en las casas.

—Ha habido una evolución en muy poco tiempo. Las primeras generaciones de los robots aspiradoras eran como insectos, iban rebotando por las paredes y ahora pueden hacer un mapa de la casa que se puede controlar con el móvil. El concepto es que la máquina entienda el espacio en el que está. Ya parecen casi como los mamíferos. Hay una evolución y vendrán otros pasos pronto.

—Esta idea de que en el momento en el que los robots entiendan el espacio será como el salto parecido al de los mamíferos es interesante. Comparado con la evolución humana ¿en qué momento está el desarrollo tecnológico de los robots?

—Se puede hacer esa analogía, pero la evolución humana es mucho más compleja. La idea vale para hacer una metáfora. Lo que se espera de los robots, lo que la investigación genera a un buen ritmo, es que salten a funciones que podemos identificar en los animales, al menos esa idea de la representación del espacio, que es bastante claro en la representación del paso de los insectos a los mamíferos, que es el conocimiento de saber dónde estás.

—Siguiendo esa analogía ¿en qué momento de la evolución estarían ahora los robots?

—Estaríamos en un mamífero primitivo, que empieza a desarrollar su cerebro y el conocimiento del lugar en el espacio en el que está. Todo es todavía elucubrativo.

—En su conferencia de hoy hablará de esto precisamente, de robótica y consciencia.

—Todavía no es una ciencia como tal, está todavía a caballo con la filosofía. Ha avanzado mucho en los últimos años. No es sólo una cuestión técnica, sino plantear preguntar y despertar la curiosidad de cómo se podría llegar a que una máquina piense.

—Ahora mismo pienso en Hal 9000, el ordenador de Una odisea en el espacio, que piensa y decide por su cuenta. ¿Se llegará a eso alguna vez?

—Es difícil. Todavía estamos muy lejos, pero se ve luz al final del tunel. En robótica la diferencia está en el cuerpo, no es como los chats, que no tienen cuerpo. El cuerpo interactúa con el mundo. Se trata de conocer cómo na máquina hecha de hierro y electrónica está completamente inerte hasta que le pones el software, que el programa, y puede empezar a percibir lo que hay alrededor y tomar decisiones. Hay una estructura mínima que permite que algo se ponga en marcha, para luego investigar cómo en el caso de Hal, se separa de las consignas iniciales y toma decisiones.

—Una fase más avanzada son los replicantes en Blade Runner, robots tan perfectos como humanos.

—Son inteligencias muy por delante de lo que tenemos ahora. En El problema de los tres cuerpos, una novela de ciencia ficción del escritor chino Liu Cixin, se plantean todas las posibilidades. De manera imaginativa ya se han explorado mil opciones de futuro. Otra cosa es lo que vaya llegando. Pero es muy interesante este debate, es una vista hacia adelante muy potente.

—En una entrevista que el científico leonés Carlos Martinez concedió a este periódico en enero de este año decía que el ser humano del futuro podrá estar formado con piezas de titanio o por organoides generados in vitro a partir de células madre, lo que llamamos ciborgs. Los robots estarán integrados en el cuerpo.

—Esta es otra línea de investigación. Hablando de ciencia ficción, la película que mejor refleja eso es Alita. Esa idea la puedes llevar al límite para que solo te quede el cerebro y el resto sea cuerpo tecnológico. Todo dependerá de cómo evolucione la tecnología. Ya ha empezado en algunas cosas, como los trasplantes de órganos. A lo mejor es esa la línea que acaba funcionando mejor.

—¿Cree que un software llegará a ser más perfecto que el cerebro?

—Que una mente. El objetivo de la inteligencia artificial no es tanto el cerebro sino la mente, porque al final el soporte no será neuronal. El problema está en la idea de perfecto. El que haga más cosas en muchos campos ya lo estamos viendo, como el ChatGPT y otros, que son de ayuda y responden a una velocidad increíble. Eso sin cuerpo no sabemos si va a marcar una diferencia fundamental. ¿Una inteligencia sin cuerpo puede entender la sensación de comerse una manzana? Necesitas un cuerpo para que una inteligencia sea compatible con la humana y compartir emociones. Yo creo que es necesario que haya un cuerpo para que la inteligencia sea útil. Esta inteligencia en la que se aprende solo de información ha cogido ahora una dimensión enorme. De momento están limitadas a lo que les dejan hacer, pero eso podría cambiar. El otro día le pregunté al CharGPT que me dijera cuántas respuestas había dado en el día en todo el planeta y me respondió que no tenía acceso a esa información. No tiene una representación de su propio funcionamiento. Eso va a depender de por dónde evolucionen. Este tipo de lenguaje se ha convertido en sí en un objeto de ciencia porque no saben cómo funciona por dentro.

—Esto parece más un debate ético.

—Ya lo es cómo hacer la tecnología, el cómo se use es un debate ético diferente y, desde mi punto de vista, no tiene buena pinta en cómo va a acabar porque estamos viendo una concentración de poder tecnológico en media docena de empresas estadounidenses, que lideran el desarrollo, y eso va a tener consecuencias. Si la tecnología se acapara, el resultado no será bueno para el resto. Las que están liderando la inteligencia artificial son Google, Microsoft, Meta, Tesla e IBM y hay otras que están participadas por ellas. Estas empresas publican lo mínimo sobre sus resultados, pero acceden a toda la ciencia que se publica en el mundo, la que está abierta. Las startups que son prometedoras acaban siempre en las mismas manos.

—Serán las empresas que dominen el mundo.

—Ya lo están dominando. Cuanto más potente sean en robótica más lo van a dominar. Un país que se descuelgue de esa carrera será totalmente dependiente, como le está pasando a Europa, que va muy lenta.

—Ahora hay un debate sobre X y muchos usuarios lo están abandonando.

—Lo que no sé es cómo de buenas serán las otras alternativas porque no se sabe muy bien quién es la propiedad. El objetivo de las startups es montar algo y venderlo a los pocos años cuando valga cuatro veces más. Es un sistema diseñado para la concentración.

«Medio centenar de empresas tecnológicas estadounidenses están concentrando todo el poder político y económico del mundo» 

«El desarrollo robótico está en este momento en una fase muy inicial, como antes de los primeros homínidos en la Tierra»