Cornada de lobo
Sol manchado es guerra fija
Ya se les nota a los días crecer un pelo. El sol racanea un poco más cada tarde antes de tumbarse en su ocaso. Que siga haciendo esto en su implacable matemática es la mejor noticia, pero la más silenciada y menos celebrada, aunque de ello dependa todo lo demás, la vida, la necesidad del verano, la ropa seca, es estirón de la remolacha. Lo damos por hecho. Cambian climas, gobiernos, ideas, cultivos, pero ahí está el sol en su cita. Imagínate que se tomara una semana de vacaciones. Lo que se toma, sin embargo, es la justicia por su mano al verse ignorado y ese sol no es todos los días el mismo sol. Hay temporadas que asoma con unas manchas cuyo influjo cierto hace correr ríos de erudición astronómica y agorerías de todo tipo. Días atrás lo vi así en una de las fotos que suministran las agencias a la prensa. Sol redondo y enrojecido. Manchón al canto tenía y pecas gordas dispersas, manchas raras. Eso lo notamos aquí abajo. De esas manchas nacen los caprichos del clima y sus intempestividades, la crudeza de esos hielos moscovitas que se hacen mortaja para los miserables de siempre, los anegamientos de media Europa. Agua, ventisca y hielo. Quien quiera además ver en ello señales mistéricas y advertencias celestiales, también puede. Me conjugó este aspecto una enterada en esoterismos poniéndose circunspecta y con el ceño fruncido (ojo con la palabra y la posible errata: digo ceño, no vaya a ocurrir lo que José Esteban recoge en su último libro comentando la errata que le endosaron a Blasco Ibáñez hasta enfurecerle y que decía «entró la señora con el coño fruncido); la esotérica, digo, me comentó: No me gustan esas manchas. Y le dije que era lo mismo que te decían los médicos de cabecera de antes cuando en la consulta lo primero que te mandaban era sacar la lengua y leer el mapa de tus males allí escrito. Pero es cierto que cuando el sol quiere guerra se pinta la cara con esas manchas, salvo que las haya mandado pintar Bush, que entra dentro de lo probable. Necesita sol de invierno y guerrero. Las guerras con Irak siempre se hacen en invierno. A Napoleón le derrotó en Rusia el general Invierno. Al general Verano del desierto le tienen pánico. (Continuará) La marea negra también.