Cornada de lobo
De alarde y monumental
Anda la humedad bajo los zapatos del santuario de La Virgen del Camino como carcoma por su casa pudriendo y abarquillando esos tablonazos de madera de Guinea que dan solidez al suelo, calidez a las rodillas y cierto perfume exótico que se ha ido perdiendo en el tiempo. Cerrarán el templo por obras. Cuatro meses, dicen. Que sean cinco o los que fueren menester. Ese santuario es lo único realmente moderno que osó plantarse en León en todo el siglo XX. Y digo bien, no creo exagerar; lo único. Ni los últimos y ostentosos edificios de juntas, correos, museos o auditoriums alcanzarán a esta obra en singularidad arquitectónica y alarde monumental. Mi adolescencia tiene cosidos seis años y mucho estar en este santuario; permítanme ustedes darles entrañable torra un rato. Lo proyectó Curro Coello de Portugal, arquitecto y fraile (no era raro; he conocido entre dominicos a médicos, doctores en química, psicólogos y hasta ingenieros nucleares de vocación tardía, como el padre Box, que también recaló en La Virgen). Coello se atrevió con una osadía vanguardista que hubiera escandalizado a todo León con cisma incivil, si no les hubiera salido totalmente gratis a los leoneses, porque ese santuario fue pagado íntegramente por Pablo Díez, don Pablo, fundador y dueño del imperio cervecero mejicano; Vegaquemada le vio nacer, leonés por tanto, cazurro y sentimental morido de pasión y deuda con los suyos (deuda que cumplida y exageradamente pagó y sigue pagando, como ocurrirá con estas obras que afrontan los herederos); y aquí volvía enfermizamente a comerse a bocados el aire de la peña que llega a su ribera del Porma; y se profesaba leonés en aquella mejicanía presumiendo de la patria de su infancia y de la justeza y la miseria rural que él conoció y de los sueños que se hornean mientras se cuidan vacas que llevaron a don Pablo bien joven a Méjico tentado por el trabajo que allí le propusieron. Abandonó sus estudios religiosos en Corias (gran monasterio, escorial asturiano que acaba de comprar el Principado) y guardó ley total a sus frailes. Pero si don Pablo hubiera dado el dinero a los leoneses, ese santuario jamás se habría construído así. El por qué, mañana. (Continuará) La marea negra también.