La violación

Estoy escandalizada, indignada y dolida. El circo montado por la autoridades de Nicaragua por la violación y embarazo de una niña de nueve años no es sólo la viva imagen de la degradación moral, sino lo que es peor el desprecio por los derechos y libertades individuales de los niños. Los obispos, en nombre de la religión católica y los políticos, en defensa de una supuesta legalidad, han convertido esta tragedia en un esperpento donde lo que menos importa es la salud física y psíquica de la pequeña. Primero fue violada y contagiada de varias enfermedades venéreas. A consecuencia de esa espantosa agresión quedó embarazada y ahora, sin que nadie se atreva a determinar si ese embarazo a tan corta edad puede acabar matándola o deteriorando gravemente su salud, pretenden negarle el derecho a un aborto terapéutico por discrepancias en la interpretación de la ley. Una se imagina a la pequeña aterrorizada, ultrajada sin saber qué le está pasando a su frágil y pequeño cuerpo y no puede dejar de estremecerse. Tampoco la pesadilla de sus padres es menor: analfabetos y pobres sin recursos de ningún tipo y sin poder decidir por sí mismos lo que creen que es mejor para su pequeña. Se ha dicho y yo lo comparto que resulta moralmente repugnante que la pequeña nicaragüense se convierta en bandera de las intolerancias ideológicas de unos y en una especie de banco de pruebas de los intereses partidistas de otros. ¡Por favor, déjenla en paz! e intenten aparcar sus intereses mezquinos.