Negro, blanco y metal inspiran el invierno de Rabanne
Charlestón en el siglo XXI
Negro, blanco, cuero, metal y charlestón inspiraron el pret-a-porter Paco Rabanne para el otoño-invierno 2003-2004, una llamada al optimismo y a la vitalidad presentada ayer en el Carrousel d
Vestidos de pastillas rectangulares ensambladas con pequeñas piezas metálicas doradas. Un naranja con mensaje, como toda la colección, creada a la imagen de los grandes momentos de la histórica firma, cuya dirección artística impulsa Rabanne con su colaboradora de siempre, Rosemary Rodríguez. El tándem Rabanne-Rodríguez llenó la pasarela de «heroínas de la paz» y «mujeres amuleto de la buena suerte», con modelos «protectores» y «relámpagos de color positivo, feliz y luminoso». Siluetas relajantes, a veces, otras de reminiscencias guerreras, a lo Juana de Arco, vestidas con redes metálicas muy finas, novedad del invierno del 2004 respecto a las ya tradicionales construcciones metálicas de Rabanne. Aunque confeccionado en acero, este nuevo «tejido» será de caída muy fluida, gracias a pequeñas anillas metálicas engarzadas entre sí para dar vida a blusas, túnicas, vestidos, o guantes que realzan toda una silueta negra. Omnipresente, el cuero sirvió de materia prima para cazadoras, abrigos, pantalones muy ajustados, botines, botas hasta la media pierna y botas muy altas, por encima de las rodillas. Casi siempre será negro, como muchas de las múltiples prendas de lana, chaquetas, túnicas, vestidos, abrigos, faldas y también pantalones de la colección con las que se combinará. En ocasiones, el mismo conjunto se dibujará en blanco. Grandes abrigos, boleros y chaquetones de pieles tendrán su momento de gloria la próxima temporada invernal y serán, sin duda, excelentes para acompañar los numerosos vestidos metálicos cortos y con tirantes, característicos del Rabanne de todos los tiempos. Otra novedad del futuro invierno, la mezcla de pastillas de acero y el nácar y la redondez de las perlas o, simplemente, el vestido de perlas. Todo para crear una silueta «articulada y luminosa, garantía de todas las esperanzas» con maxiabrigos de solapas militares, blancos como una «dulce armadura protectora», o negros, pero también marrones, cuando sean de piel teñida. Para ilustrar con claridad el mensaje de paz que quisieron transmitir los dos modistos, sus «heroínas de la paz» surgían en la pasarela tras atravesar un pequeño bosque luminoso de paredes transparentes.