Una joven secuestrada hace nueve meses en EE. UU. aparece sana y salva
El caso de Elizabeth Smart, una adolescente de 15 años secuestrada en su casa y liberada nueve meses después, fue la primera de una serie de desapariciones de menores que horrorizaron a los estadounidenses y que, a diferencia de éste, terminaro
Tanto los familiares de la joven como los investigadores del caso calificaron de «milagro» la liberación de Smart. Más de nueve meses después de su secuestro a punta de pistola en su dormitorio, las probabilidades de que la niña apareciera viva eran cada vez más escasas, y en el recuerdo de muchos padres resonaban otros dos casos también muy difundidos y de características similares que concluyeron con la muerte de las secuestradas. El «milagro» se produjo cuando unos viandantes informaron a la policía de que creían haber visto a Brian David Mitchell, conocido como «Emmanuel», considerado como el principal sospechoso del secuestro. La policía acudió rápidamente y encontró a Mitchell con una mujer llamada Wanda Barzee y junto a la propia Smart en un automóvil. Mitchell, un vagabundo y predicador al que se había visto vestido con sábanas y sombreros adornados con flores, había realizado trabajos en casa de la familia Smart, y recientemente la policía había divulgado un dibujo con sus rasgos físicos. Tanto Mitchell como Barzee se encuentran detenidos y están siendo interrogados, lo que previsiblemente despejará al menos alguna de las numerosas interrogantes que existen. Como dijo Chip Barress, agente de la Oficina Federal de Investigación (FBI), los detectives tienen ahora un enorme trabajo por delante. Se ignora el motivo De momento, la policía ignora cuál fue el motivo del secuestro, y también desconoce si Smart intentó escaparse o si tuvo conocimiento, a lo largo de estos meses, del revuelo que creó su desaparición. Los investigadores creen que la adolescente estuvo en San Diego (California) y Atlanta (Georgia) antes de volver a Utah. Elizabeth Smart todavía tenía 14 años cuando, en la noche del 5 de junio del 2002, fue secuestrada en presencia de su hermana de nueve años por un hombre que la apuntócon una pistola. Su secuestro fue difundido ampliamente por la televisión, que emitió las imágenes de la joven secuestrada, rubia y sonriente, tocando el arpa, jugando en la playa o en otros encuentros familiares. A la desaparición de Smart le siguieron la de la niña de siete años Danielle van Dam, de San Diego, también secuestrada en su casa, y la de la pequeña de cinco años Samantha Rummion, de Los Angeles. Ambas aparecieron muertas, y aunque según dijeron los expertos se trataba de casos aislados que no respondían a ningún patrón ni a ningún aumento generalizado del número de secuestros en EE. UU., el recordatorio constante en los medios de comunicación de la suerte de las pequeñas contribuyó a crear una ola de pánico entre muchos padres estadounidenses. La suerte de Smart fue bien diferente a la de Van Dam, Rummion y tristemente, a la del 98% de los 300 niños que desaparecen anualmente en EE. UU., según los datos del Centro para los Niños Explotados. Caso atípico En la mayoría de los casos no se logra una difusión tan amplia en los medios de comunicación, ni las familias pueden proponer las sustanciales recompensas como la que ofrecieron los Smart. Por ello, el propio Ed Smart, padre de Elizabeth, aprovechó el momento para pedir a las autoridades que aprueben un sistema de alarmas coordinadas llamado «Amber Alert» que funciona exitosamente en otros estados. «Otros niños no disponen de esta cobertura y no tienen a nadie que los represente», dijo con lágrimas en los ojos Ed Smart, «pero todos los niños se merecen volver a casa, igual que Elizabeth» añadió.