El consumo de los españoles

Poco a poco la desaceleración económica se está haciendo visible en todas las parcelas de la economía española. No era fácil de mantener tasas de crecimiento muy superiores a las de la media europea, cuando nuestros principales clientes (Francia, Alemania e Italia) se han visto obligados a revisar a la baja las previsiones de crecimiento que habían presupuestado hace apenas tres meses. Si la UE va a crecer al ritmo del 1%, es difícil que nosotros crezcamos durante más tiempo al 2%. Hasta ahora eso ha sido posible gracias al efecto de las transferencias comunitarias, la inversión en la burbuja inmobiliaria y el crecimiento del turismo. Las primeras están garantizadas hasta 2006 por nuestra pertenencia a la UE, pero el efecto de los otros factores es cada vez menor. Por eso era necesario incentivar el consumo reduciendo los impuestos directos. Si no empuja el consumo no va a ser posible el dato de crecimiento del PIB establecido en los Presupuestos. Lo razonable es que la evolución negativa de los salarios reales, la enorme cantidad de dinero perdido en la Bolsa (a través de los fondos) y el incipiente pero constante crecimiento del paro produjese un incremento de la inquietud ante el futuro y, con ella, la retracción en el consumo. Pues bien la estadística disponible no aclara nada la tendencia. Las cifras son contradictorias. El índice de confianza de los consumidores está en negativo (un saldo neto de -11 puntos), pero el incremento del crédito bancario al consumo casi cuadruplica el del crecimiento del PIB y el porcentaje de ahorro bruto sobre la renta familiar continúa en mínimos históricos.