Música contra la guerra

Bajo los gritos de «asesinos» y «no a la guerra» fueron desfilando por el escenario Cómplices, La Vargas Blues Band, Ana Belén, Javier Gurruchaga, Manolo Tena o Miguel Ríos, entre otros, presentados por el Gran Wyoming, que no ahorró calificativos hacia los responsables municipales por el cambio de última hora en la ubicación del escenario. El tablado iba a ser colocado ante la Puerta de Alcalá, pero el Ayuntamiento, para salvaguardar el monumento, decidió instalarlo junto a la puerta del Parque del Retiro, donde tuvieron lugar las intervenciones desde las once de la mañana a las tres de la tarde. El Gran Wyoming dio lectura a un manifiesto en el que decía que el Gobierno despreció la voluntad popular al apoyar la guerra contra Irak. El presentador dijo que la responsabilidad de la «masacre tiene nombres y apellidos y cada uno cargará con su responsabilidad histórica», a la vez que dijo al presidente del Gobierno, José María Aznar, que «nos conmueve tanto la muerte de un niño iraquí, como la de un niño asesinado por ETA. No miramos el pasaporte». Por su parte, el polifacético Javier Gurruchaga explicó que dentro de más del noventa por ciento de los españoles que rechazan la guerra están los votantes del Partido Popular, a los que «hay que respetar y no agredirlos, porque no tienen la culpa de lo que hace José María Aznar, ni su partido ni el Gobierno de este país». Gurruchaga centró gran parte de su improvisada intervención en dirigirse a los votantes del PP y en diferenciar su postura de la de los votantes de su partido. «El valor más importante que tenemos es la denuncia sin violencia», añadió antes de presentar al «presidente de la República de España, José María Ansar», que resultó ser un enano vestido de militar y portando bigote falso. Por los micrófonos también pasaron los escritores Almudena Grandes, Manuel Vicent, Rosa Regas y Juan José Millás, el pintor Juan Genovés, el filósofo Juan José Tamayo, el rector de la Universidad Carlos Tercero, Gregorio Peces Barba, y el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, instructor de varias causas por delitos contra la humanidad, que dijo que la comunidad internacional «tiene la obligación de detener esta locura». Garzón, que leyó un texto con su hija María, manifestó que el silencio «no es una opción ni ética, ni política, ni religiosa».