Esta es la talla que los niños procesionan, lo que no resulta para ellos difícil ya que mide poco más de un metro.
Los más pequeños son los verdaderos protagonistas de este acto procesional.
A pesar de su corta edad, los papones demuestran una gran profesionalidad y devoción.
Los niños saludaban al público durante la procesión.
Detalle de la corona de ramas que llevaba uno de los niños.
En esta procesión, son los niños los que pujan por el paso.
Garbanzos, arroz, bacalao, aceite, pimentón, cebolletas y peregil. Estos son los ingredientes del tradicional potaje bañezano.
El guiso se comienza a preparar muy temprano para que esté listo a la hora del almuerzo.
El tiempo acompañó a la que es la procesión más popular de La Bañeza.
Las túnicas azules, propias del miércoles santo.
Y llegó el gran momento...Después de la procesión, el potaje, una tradición en La Bañeza que se remonta al siglo XVI.
El riquísimo potaje es preparado por miembros de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad.
Los grantes pucheros repartieron raciones para los miles de comensales que se dieron cita en La Bañeza.
Cualquier recipiente sirve para comer al aire libre una buena ración de potaje.
Kilos y kilos de guiso, para los miles de adeptos a esta celebracíón de interés provincial.
Para comer es necesario conseguir un número que facilita el reparto. A pesar de ello, las colas son inevitables.
Detalle de un cazo sirviendo potaje.
Incluso las manos, son una bena herramienta para que nadie se quede sin su ración.
Uno de los organizadores de la comida.