Sanidad firma con las comunidades un programa de detección precoz de la sordera
Cerca de un millón de personas padecen en España algún tipo de discapacidad auditiva y un 10% de ellas sufren sordera profunda. En muchos casos, la hipoacusia- falta de agudeza auditiva- se manifiesta desde la infancia e incluso se gesta en el seno materno. El Ministerio de Sanidad y las comunidades pondrán en marcha un programa de detección precoz para identificar y tratar las sorderas infantiles desde los primeros meses de vida. La actuación conjunta, acordada en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, incluirá un «cribado universal» en los primeros 30 días de vida del bebé, acceso a la fase de diagnóstico a partir de los tres meses o antes, un tratamiento consolidado al medio año de su nacimiento, y el seguimiento de los casos detectados, todo ello con criterios comunes en todos los servicios autonómicos de salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de hipoacusia cuando el umbral de percepción sonora de un individuo supera en 20 decibelios el promedio de una población de adultos jóvenes y sanos. Sus causas son múltiples entre los mayores, cuando es sobrevenida por enfermedad, trauma o accidente, pero en niños y recién nacidos el abanico de posibilidades se reparte, casi al 50%, entre dos grandes causas. Cinco de cada mil recién nacidos sufren sordera de distinto grado. Al menos la mitad de los casos infantiles se debe a los genes familiares recibidos en herencia, y hay catalogados unos 400 síndromes genéticos que incluyen pérdida de audición. En el otro 50%, pueden haber pesado como factores de riesgo durante en el embarazo la ingestión de algunos medicamentos ototóxicos -caso de determinados antibióticos precozmente indicados-, el haber padecido rubéola, y también el alcohol y el ruido. En este contexto, la detección precoz de los síntomas en las primeras semanas de vida y el posterior tratamiento puede marcar serias diferencias en la evolución de la enfermedad y, sobre todo, en el desarrollo ulterior del niño. La audición está íntimamente ligada al habla y al aprendizaje del lenguaje. Sólo hasta los cuatro años se pueden contrarrestar las deficiencias en el oído y evitar que éstas afecten permanente e irreversiblemente al habla y repercutan en el pensamiento, la memoria, la lectura y aprendizaje, así como sobre la personalidad de quien sufre estos trastornos.