Una permuta del general Franco para pagar la importación de sal
La historia del Esmeralda está estrechamente ligada a España. El general Franco, que pensaba en un gran velero que sustituyese al buque escuela Juan Sebastián Elcano, ordenó su construcción en 1946, aunque acabó siendo la moneda de cambio de encontró Chile para cobrarse las exportaciones de salitre realizadas a una España devastada por la Guerra Civil y el peso de una posguerra que se demoraría en el tiempo más de lo esperado. E incluso el nacimiento del buque -que inicialmente iba a ser bautizado como Juan de Austria- fue un tanto tormentoso. La obra empezó a realizarse en los astilleros Echavarrieta y Larrinaga, pero el 18 de agosto de 1947 una explosión provocó la destrucción del cantón, dañando considerablemente el buque que estaba en las gradas. El Estado tomó cartas en el asunto, asumiendo todas las deudas de la empresa y creando Astilleros de Cádiz sobre las cenizas del anterior. Falta de liquidez Cuando Madrid se dio cuenta de que no tenía liquidez para pagar la importaciones de sal, Franco propuso a Chile pagar su deuda en especies, mediante productos manufacturados de la industria naval. Al Gobierno de González Videla le gustó la idea y se apresuró a librar un talón de casi 3 millones de dólares de los de 1951 para hacerse dos años después con un velero bergantín al que bautizó como Esmeralda, curiosamente en memoria de un episodio de la guerra de independencia con España. Desde entonces, las aplicaciones que el gobierno de Chile ha dado al bergantín parece que han sido bastante diferentes de la apriencia pedagógica que encubre tras la apariencia de «escuela» dada por el gobierno. Dentro de unos días, el buque escuela «Esmeralda» retornará a su lugar de orígen con su parada en Ferrol, aunque las protestas parace que pudieran acabar con este reencuentro demorado durante más de medio siglo.