CORNADA DE LOBO
Caga la gata
HAY MATRIMONIOS que se consuman y los hay muy consumidos; los hay de paripé, de amor fatuo, de interés compuesto y alguno dicen que de veras. En los bailes municipales que se organizaron el sábado hubo cambios de pareja con tufo adulterino y hubo quien se quedó a bailar con la escoba ensayando pasos de la raspa y la guaracha o «los titos» de Corbillos, que es lo más caribeño que suena por estos páramos del alma y sobabajos del vientre. La capital, ya sabes, presenta nueva coyunda. Quien dé y quien tome en este romance paladino será algo que no tardará en averiguarse. Y sobre los finales de este romance intempestivo que, sin más, pasó del primer besito al jergón mullido del consumar hay quien le pone fecha: ¿superará sin fatigas o descalabradura las próximas elecciones generales, que como también son erecciones propician la infidelidad matrimonial o poner el culo mirando a Papalaguinda en hora oscura?... Pero de entre las fotos de la jornada constitutiva de nuevas corporaciones, fotos de gozo o quebranto, elijo una, Villaquilambre al fondo (y en el reojo de la sospecha), municipio de pujanza solariega (que viene de solar, entendámonos, y de recalificación, encomendémonos), foto en la que el alcalde investido porta una vara en la mano que ya no es vara ni allí asoma madera, que es la nobleza del pueblo, sino pura plata entera, de punta a rabo es metal labrado y ostentoso, con cadenita de plata también como la leontina de tratante y no cordón obligado, lo jamás visto, lo que ni siquiera se atrevería a hacerse un marqués o un «donflorito» con blasón de armas bordado en los calzoncillos, alarde de nuevo rico, horterada al bies que insulta al humilde concejo. La vara de toda corporación es de suyo vara y se le acepta la empuñadura repujada, pero hé aquí una alcaldía gañana que se ha encargado un caro cetro por decisión propia y no corporativa, en fin, por mis cojones de tribuno y patricio, un bastón de mariscal como el que gastaba Göering para hacerse sus fotos imperiales. Cuando el poder se ataca y se adorna con estos fastos, se recomienda apretar el culo y protegerse porque van por ahí los tiros. Así que la vara es bastón de plata, de la que caga la gata; y no fue de oro, del que caga el moro, porque ese bastón es de quien ha ganado en todos los municipios: los ladrilleros. Velahí.