El obispo de Phoenix, detenido al fugarse después de atropellara unpeatón

Está claro que no hay manera de que la Iglesia Católica tenga un tiempo de descanso en Estados Unidos. No hay semana que pase que no saque a relucir un nuevo escándalo en alguna parte del país, generalmente asociado con los abusos sexuales de curas a niños. Pero en el caso del obispo de la ciudad de Phoenix, Thomas O'Brien, no hay quien lo libere de las garras de la Justicia: hace dos semanas llegó un acuerdo con las autoridades para evitar que lo incriminaran penalmente por su supuesta responsabilidad en el encubrimiento de curas pederastas. A pesar de ello, el lunes fue a parar a la cárcel, esta vez por estar supuestamente involucrado en un accidente de tráfico ocurrido el sábado por la noche y que mató a una persona. O'Brien, de 67 años, estuvo hasta ayer en la prisión acusado de haberse dado a la fuga después atropellar a un transeúnte, un cargo que, de demostrarse, podría depararle una condena de más de tres años. Subida de tensión Al poco rato de su detención, el prelado tuvo que ser hospitalizado durante unas horas debido a que tenía la tensión muy alta y se desmayó. El portavoz de la diócesis, José Robles, se limitó a decir que el obispo «estaba muy agotado». En su testimonio a la policía, O¿Brien se declaró inocente y dijo que con la poca visibilidad que había de noche no se había dado cuenta de que había atropellado a una persona, sino que pensó que se trataba de un perro o un gato, o que alguien le había lanzado una piedra mientras conducía. Al parecer O'Brien venía de decir misa y de visitar a su hermana, y la policía por ahora descarta la hipótesis de que estuviera embriagado. El peatón en cuestión era Jim Reed, un hombre de 43 años que tuvo la mala idea de cruzar esa noche a mitad de la calle, a unos cinco kilómetros de la residencia del obispo. Tras ser atropellado por el coche de O'Brien, Reed fue arrollado por un segundo vehículo que lo mató. Las autoridades descartan inculpar de homicidio tanto al obispo como a la persona que conducía el otro coche por el hecho de que Reed cruzó la calle por la mitad. La policía se basó en testimonios para rastrear la matrícula del primer coche.