Diario de León

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SI ALGUIEN se presenta como poeta que vende bombillas, ha de tratarse sin duda de un verdadero poeta y no un cantacandiles. Exclusivas Pereira era ese negocio de rima eléctrico-ferretera y don Antonio nuestro hombre, la pluma, la voz y la medida. Nacido entre ferrallas, clavos y aperos, se le alumbró el genio en Villafranca, allí donde el Burbia rinde su ancaresazgo para empapar a sus naturales de una insólita inclinación al genio de la palabra, al verso de alameda, al trazo de lienzo o al compás de la armonía, ¿qué tendrá esa villa?... Pues tiene que se llama Villafranca de Pereira, patrón de páginas inolvidables, Pereira de bombilla en los ojos y chispa en cada frase, paisano y patricio, elegancia de corazón, ingenio en sus pensares y, para celebrarla eternamente, una ironía tan preñada de bondad, que un chiste suyo es siempre un beso que espabila y enternece. Don Antonio Pereira cumplió ochenta años el día de su santo y al siguiente un tropel de amigos convocados celebramos el vivirle, el disfrutarle y el tenerle aún por muchos años. Qué bien. Y aunque celebrando a Pereira siempre reluce su obra y su talla de escritor, fue su dimensión humana el cántico a capella que todos entonamos (Gamoneda prologó, Halffter musicó, Mestre entrañó, Sosa Wagner sentó cátedra de amores, Zurdo puso en vidrio el cromatismo de sus libros), subrayamos su enormidad de corazón y esa sonrisa suya que es fontana de concordias, pues le adorna a don Antonio como más preciado capital el no tener enemigos ni deudas de saludos, ni le cabe hacer nada para que dejaran de quererle; y, en un mundo literario de insidias y puñaladas venecianas, jamás le oí en su boca un desprecio, un segar la fama de nadie, un desdoro o una rabieta por acodarse en la barandilla de la vanidad o de los premios que, más que justamente, acumula. La naturaleza y el esfuerzo le adornaron de talento y brillo, de franqueza ilustrada y de un estilo personal que también destilan sus letras, pues aún teniendo que ponerse sicalíptico, Pereira riza el verbo que fue grosero para hacerlo caricia y sutileza. Querido Antonio, vives como escribes, escribes como hablas y hablas como nadie haciendo las sobrecenas y noches imperdonablemente cortas. Y con Úrsula a tu lado, tu grandeza está blindada. Eres puro estilo.

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