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ENTRA HOY en las calendas un verano que se adelantó a las vísperas. Tiene el termómetro ganas de convertir el plomo en zumo. Los trigos se ponen canos y no dorados de espiga porque la calora les estranguló el engorde final. Hay tristura en los campos, melancolía en el granero y un horizonte de malos agüeros. Viene Fischler, o sea, el Pac y el Paco, con la rebaja. Los cereales serán los primeros en arder cuando se quemen las ayudas, la subvención, el cobrar por no hacer, el llenar la lechera sin ordeñar, el momio... y la necesidad, pues acostumbrados al régimen de caridades europeas, la retirada de ayudas descompondrá el panorama e incentivará la deserción de una agricultura familiar escurrida de dimensión y ganas, poco competitiva, aviejada, encastillada en modos arcaicos para la furiosa comercialización que hoy gobierna este sector en el que los melones salen más baratos si los compramos a Honduras y las uvas rossetti son negocio si vienen desde Sudáfrica al súper de tu barrio. Los sindicatos se han levantado en pronunciamiento. Claman. El desierto ya está aquí... y sigue cantando el corro: el conejo no está aquí, se ha marchado esta mañana, por la tarde volverá, ay, ya está aquí, haciendo reverencias, tú besarás a quien te guste más... El campesino de antes besaba el pan cuando se caía al suelo; ahora le besa el ojete a la calderilla cuando cae de Europa. Y si no hay rebatina de bautizo, se le canta al comisario Fischler aquello de «padrino roñoso, mete la mano al bolso; padrino picudo, mete la mano al culo». Y vengan confites. Insisten los sindicatos que, amén de mantener ayudas y entonar rogativas ante la comisión europea, los agircultores y ganaderos leoneses han de acogerse al cooperartivismo como única solución y salida al desmantele. O se agrupan y compiten o la diñan en la espera... ¿Cooperativas?... Anda allá, dijo Rufino; esta es tierra de concejos que no siembran y trillan las cabezas, donde más de dos son desvenencia y no hay más gloria y más empresa que la casina de uno; y el que venga detrás, que arree, que con lo que cobro de baldíos, lo que arrimo de arriendos, lo que pillo del maíz, las pensiones, aquello que vendí y las ayudas al manubrio me he comprado dos pisos en la capital y el traspaso de un bar para el mozo, que de tractor no quiere saber nada.