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Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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FIESTA del «Corpus». Así. En Latín y todo. Del «Corpus Christi», para ser más exactos. Pasó de jueves a domingo, por eso de respetar el Estatuto de los Trabajadores, que contempla equis días laborables y equis festivos. En algún lugar, aferrados a la tradición, han seguido celebrándolo en jueves (uno de los tres que relucen más que el sol). Aquí ha pasado, quieta y pacíficamente, a domingo. Tal que mañana. En cientos de parroquias habrá procesión con el Santísimo. Mejor o peor organizada. Con más o menos «zapatitos del Niño Jesús» -que florecen por ahora- en el suelo de las calles o en las cestitas ingenuas de los niños de primera comunión. Adornada de cantos con sabor a nacionalcatolicismo o con modernos y asépticos sones. En la capital -y en algún lugar más- la cosa se reviste de especial colorido: hay quien se empeña en mantener la presencia de bandas y más bandas confradieras, que ahogan el posible canto de los demás fieles y provocan ciertas cacofonías, porque, dada su proximidad en el cortejo procesional, se interfieren unas a otras. El sentido común debería acabar por imponerse, sin necesidad ni de conflictos malhumorados ni de ejercicios de autoridad. Pero, además, el colorido se multiplica con la presencia de una serie de imágenes variopintas, que llevan a hombros cofrades y parroquianos, de San Crispín al Jesús Niño y de la Madre Dolorosa a Santo Tomás de Cantorbery. Igual que de ella en su momento -porque los hubo- desaparecieron los gigantes, los cabezudos y la tarasca, y no pasó nada -si no fue el lamento de los nostálgicos-, de la misma manera habrá que pensar seriamente si no será hora de dar al César lo que es del César y a Cristo Eucaristía lo que de él es, o sea, todo honor y toda gloria. Para ello, no es necesario ni mucho menos -por larga que sea la tradición- que estén presentes algunas imágenes y algunas bandas; bastará con que esté presente el Pueblo de Dios. En actitud de adoración y testimonio. Participando en rezos y cantos. En actitudes externas de orden y concierto que respondan a la disposición interior de fe y de comunión. Por trayectos que respondan a la nueva estructura urbanística y poblacional. Y no me vengan con que así se echa a perder la religión. Si algo se echa a perder así es la rutina y el anquilosamiento y la costumbre ciega y los ritos sin alma y, si me apuran, hasta la obstinación. De acuerdo con que estos cambios deben hacerse con tiempo, prudencia y una caña. De acuerdo con que es necesario el diálogo previo y no el decretazo. Pero también de acuerdo con que no está el mundo y la Iglesia como para que nos matemos -con la razón, se entiende- por un quítame allá estas pajas o esta calle o esta banda o esta imagen. Será tiempo de unir esfuerzos, aproximar razones, consensuar métodos y... poner a Cristo Eucaristía en el centro de la vida. Que de eso se trata. Todo lo demás es literatura, a veces con parecido a la de Corín Tellado y a veces a la de Marcial Lafuente Estefanía, o sea, de enamoramientos imposibles o de muertes por la espalda. Aquí se trata, propiamente, de Aquel que guarda cuanto queda de amor y de unidad. Por eso este día se ha escogido como el Día de Caridad , que organiza Cáritas, organismo que tiene la Iglesia para encauzar el amor fraterno de todos los que formamos la comunidad. Por algo, en la Última Cena, la narración de la institución de la Eucaristía que nos cuentan los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas se completa con el pasaje del lavatorio de los pies, que nos cuenta el evangelio de Juan. Al compartir la comunión sacramental con Cristo, se comparte también su lección como esclavo entregado al servicio: «Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros». Aquí sí que no hay literatura ni debate ni pamplina posibles. Son muchos los excluidos por la sociedad de la opulencia, en el Hemisferio Norte, y por la sociedad de la miseria, en el Hemisferio Sur. El cristiano sabe que tiene el compromiso de lavar los pies a todos los marginados. Ellos son nosotros; nosotros somos ellos. Todos somos Cristo; unos para con otros. De ahí el lema de esta Jornada: « Podrías ser tú: La exclusión nos incluye a todos ». Para remate en el desafío de tener que amar, el viernes será la fiesta del Corazón de Jesús, expresión de su amor regalado sin medida.

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