Diario de León

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LA PRIMERA, en los cuernos. Ahí se la dan al morlaco que salta a la arena comiéndose el ruedo a carreras y tarascazos tirando derrotes a diestro y siniestro hasta que los tablones de un burladero le astillan el pitón... y tuerto de armas prosigue su lidia. En la concejalía de Personal del untamiento de León se han propuesto también dar la primera en los cuernos haciendo funcionarios a quinientos operarios laborales de esta municipalidad, lo que quiere decir que pasarán a ser propietarios de una plaza pública (que es una forma de privatizar lo del común poniéndole apellidos) y que esa plaza será vitalicia, sueldo a perpetuidad, todito para el menda, demuestre o no que es la persona más idónea, y no otra, para ese puesto; fumándose el precepto democrático de igualdades y aptitudes, no teniendo que demostrar ya jamás que es la persona más capacitada para esa función... En los Estados Unidos se propende a laboralizar, contratar por servicio, reduciendo plantilla funcionarial, pero aquí sguimos cantando el que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva... En el ayuntamiento leonés se despachan al mes más de dos mil sueldos, plantilla larga y en muchos casos inflada como un fudre. Ocurrirá después lo de aquel lugareño venido a la capital al mercado de san Andrés allá por los años cincuenta y, situado ante el edificio consistorial, viéndole tan descollante y grandón, admiróse del tamaño y, dirigiéndose a un guardia municipal que allí paseaba su tedio, le preguntó «¿y cuánta gente trabajará aquí?, a lo que el guri le respondió «pues como mucho, mucho... un tercio». De entonces a acá lo que ha variado de la chirigota es que ese tercio es más grande. Y volverá a ocurrir aquella disputa entre guajes que fardaban y pugnaban sobre la velocidad de sus papás respectivos. Pues el mío, dijo uno de ellos, trabaja en la azucarera de La Bañeza, sale a las dos de currar, recorre cuarenta y cinco kilómetros en coche y a las dos y veinte ya está sentado a la mesa. Eso es nada, dijo otro, pues mi padre trabaja en una mina de Bembibre, sale a las dos del tajo, recorre ochenta kilómetros y a las dos y media toca el timbre... Bobadas, dijo el tercero, para veloz y sorprendente, mi papá, que trabaja en el ayuntamiento de León, sale a las tres de trabajar y a las dos en punto ya está comiendo en casa.

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