La Catedral toma cuerpo

León dejó la calle ayer para que se volviera pasarela a la vera fresca de la Catedral. Mucha cara con ojos grandes para ver en el espejo de los participantes en el desfile rasgos que quisieran para sí mismos. La conquista tomó el sentido de la vista para ensoñarse en la longitud de las piernas, el diseño de un torso o el paso mimetizado y cautivador. Junto al cuerpo, reclamo y disculpa, apareció la ropa para ser protagonista, fiel a su cita como mercadería. Participación de féminas y hombres, calculado el balance para dar satisfacción al gusto, que nace particular y tiende a homogeneizarse, la admiración surcó más de una boca abierta y dejó en el aire la efímera sensación de la belleza. Pero aún con menos caducidad que la moda. Se abrió el desfile con el prólogo de José Manuel Mures y la apariencia fresca de lencería y la ropa de baño femenina. El dicatado de los diseños dejó ver dos tendencias marcadas: una con orígen trival y colores vivos y otra con los cánones más clásicos a la partitura del color negro; ambas con participación del pareo como accesorio. La entrada de los hombres causó el revuelo en el escuadrón femenino por la atrevida línea. De todos modos, nadie cerró los ojos, más bien abundaron los guiños. También hubo tiempo para el corte elegante en la segunda parte del desfile, cuando los tonos pálidos cubrieron el esqueleto bajo el designio de varias firmas de moda de la capital leonesa, que volcaron el escaparate por un día fuera de las lunas de sus establecimientos. Esta tarde, a las 20.30 horas y con el mismo fondo, se repite escena pero se cambia el vestuario. Cuerpo a cuerpo, se deja ver la moda.