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Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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ASESINATO selectivo es un eufemismo para suavizar la naturaleza de los crímenes que comete el Gobierno de Israel, cada vez que ataca y mata a un dirigente de Hamás o de cualquier otra organización palestina. Adjetivamos la palabra asesinato para amortiguar el impacto del terrorismo de estado que practica cotidianamente el ejército de Israel. No encuentro diferencia alguna entre los atentados de ETA y estas acciones de Israel. Me parece mucho más grave que el ejército de un país, que es aceptado como democrático por la comunidad internacional, lleve a cabo estos crímenes, que el que una organización terrorista cumpla con la naturaleza de su nefasta función. Cada día tendrán menos crédito las exigencias de occidente si las varas de medir son tan dispares. La Unión Europea acaba de sancionar a Cuba por la ejecución de tres personas, secuestradores con rehenes de una embarcación, y no encuentra motivo de sanción para el Gobierno de Israel, que comete algunos de sus crímenes con la presencia de Colin Powell en Tel Aviv. No hay resoluciones de Naciones Unidas pidiendo el cese de los asesinatos en Palestina ni condena de la Comisión de Derechos Humanos por las condiciones en las que están los presos en la base naval de Guantánamo. Los relatos de las personas liberadas de este presidio norteamericano, sin control y sin ley, son aterradores. Se produce la paradoja de que Estados Unidos, que considera a Cuba como un infierno para los derechos humanos, utiliza una base militar anclada en territorio cubano para la práctica de la tortura a presos que no tienen ni derechos ni abogado. Y la Unión Europea no dice nada solo porque Estados Unidos, al igual que Israel, pertenece al club de los países poderosos en el que todo se permite. Desconozco si la naturaleza final de esta dislexia para juzgar situaciones es producto de una mentalidad racista o xenófoba, que piensa que sólo los habitantes del primer mundo, favorecidos por la atención de los países occidentales, deben ser considerados a la hora de enjuiciar sus derechos. La ley del más fuerte es la de George Bush, que puede atacar a quien quiera, no sólo vulnerando la legalidad internacional sino, falsificando las pruebas que le dan pretexto. Con esas cartas, la partida siempre va a ser tramposa.