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El 35,15% de la población de Castilla y León fuma a diario

Guerra sin cuartel al tabaco El intento de dejarlo

Entre los jóvenes el hábito de fumar es más frecuente en las mujeres y a partir de los 40 en los varones

Publicado por
Mª Jesús González González - león
León

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En la actualidad el tabaquismo es considerado como la principal causa de morbimortalidad, es decir, muertes prematuras y enfermedad, en los países desarrollados. Además, reduce significativamente la calidad de vida e impone un coste económico y social importante tanto a la sociedad como a las familias. El uso del tabaco se ha asociado a más de veinte enfermedades, y representa uno de los factores de riesgo más importantes para la salud de la población. Causa la muerte de cuatro millones de personas anualmente y, si la tendencia de consumo continúa así, en el año 2020 se producirán 10 millones de muertes entre las personas que fuman actualmente. Se estima que el tabaquismo es el responsable de alrededor del 30% de los fallecimientos por cáncer, del 20% de las muertes producidas por enfermedad coronaria y accidentes cerebro vasculares y de más del 80% de los casos de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). El fumador inhala el 25% del humo en la corriente principal, mientras que el 75% de la corriente lateral pasa a la atmósfera y es inhalada por las personas que están cerca del fumador: son los fumadores pasivos o involuntarios. Las principales enfermedades relacionadas con el humo de tabaco ambiental son: el cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y bronquitis. Los más vulnerables son los niños y las mujeres embarazadas. El tabaco al quemarse produce más de 4.500 sustancias, muchas de ellas nocivas y responsables de los cánceres y las enfermedades de pulmón, vasculares, etcétera, pero es únicamente la nicotina la que produce la adicción, la necesidad compulsiva de seguir fumando a pesar de las consecuencias negativas que el tabaco tiene para la salud. Adictos a la nicotina La adicción a la nicotina sigue los mismos patrones que cualquier otra adicción, a saber: tolerancia, dependencia física y psicológica, por eso al abandonar el consumo aparece un síndrome de abstinencia. Los síntomas comienzan entre las 2 y 12 horas después de la interrupción del tabaco en función del grado de dependencia que tenga el fumador. El síndrome de abstinencia de la nicotina presenta síntomas físicos que pueden ser: hipotensión, pulso lento, estreñimiento, temblores o dolor de cabeza; estos síntomas suelen ser leves y limitados en el tiempo, de tal forma que desaparecen en pocos días sin tratamiento. Los síntomas psíquicos son: deseo irrefrenable de volver a fumar, ansiedad, nerviosismo, impaciencia, irritabilidad, insomnio, dificultad de concentración. Estos síntomas son percibidos con más intensidad por el fumador, suelen ser la causa de la recaída en el consumo y pueden persistir durante varios meses en los grandes fumadores. Con cada cigarrillo el fumador busca evitar los síntomas negativos desagradables provocados por la ausencia de nicotina en los receptores del cerebro (refuerzo negativo). A su vez, la nicotina produce efectos psíquicos en el cerebro de las personas adictas: activación de la memoria, capacidad de concentración, modulación del estado de ánimo, disminución del estrés (refuerzo positivo). El fumador cuando fuma, busca eliminar los síntomas desagradables del síndrome de abstinencia y, por otro lado, los efectos placenteros de recompensa. Cuando la adicción está establecida, se mantiene sobre todo por el refuerzo negativo: «fumo para no tener síntomas de abstinencia más que para disfrutar de los efectos agradables». El intento de eliminar el consumo de tabaco va a generar dos problemas fundamentales: 1º) el control de una actividad altamente incontrolable y 2º) la reestructuración general de conductas de fumar que están integradas en las actividades cotidianas (tomar café, después de las comidas, hablando por teléfono). Dejar de fumar, por tanto, no es sólo una cuestión de voluntad, ya que en la adicción al tabaco intervienen muchos factores que no es fácil controlar sin ayuda especializada. El fumador que se está planteando dejar de fumar ha dado un primer paso muy importante y debe ser ayudado para que pueda concluir con éxito. Aunque es cierto que un porcentaje de fumadores abandona el tabaco por sí mismo y en el primer intento, la mayoría necesitan varios intentos antes de lograrlo. El papel del médico es muy importante a la hora de aconsejar y animar a sus pacientes a abandonar el tabaco, proporcionando la información necesaria sobre los riesgos que conlleva el consumo para la salud.