Diario de León

La marca coreana aproxima la nueva generación de su modelo medio a los gustos continentales

Nubira, la punta de lanza de Daewoo para la conquista del mercado europeo

Diseño Pininfarina, salto cualitativo importante y, de momento, sólo motores de gasolina

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Javier Fernández - león
León

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Los coreanos de Daewoo parecen firmemente dispuestos aprovechar sus sinergias con GM o, mejor, con Opel, la rama europea de la multinacional estadounidense. De forma que el nuevo Nubira que estos días desembarca en los concesionarios europeos -y españoles- respira europeización por sus cuatro costados: mientras Pininfarina se ha ocupado de afirmar la personalidad estética, Daewoo se ha encargado de hacerlo en la parte técnica, hasta dotar a su berlina media de una sensible mejora en los acabados y en la utilización de materiales de mayor enjundia. El resultado es un coche mucho más agradable, de mejor comportamiento dinámico (suspensiones independientes y más firmes en sus tarados) y con la evidente vocación de dar gusto a los usuarios de todos -o casi- los mercados de incidencia. Se trata, en definitiva, de personalizar aquella plataforma «J» que el fabricante comenzó a poner en marcha allá por 1999 y que es la base del nuevo Nubira que ahora llega a nuestro mercado. La consecuencia es que estamos ante un coche mucho menos asiático en su concepción general, tanto exterior como interior, en el que no sólo se nota el lapicero del afamado estilista italiano, también se respira una evidente herencia Astra/Vectra que le sienta de maravilla al Nubira que, aún conservando las mismas cotas de su antecesor, incrementa en una treintena de milímetros su batalla (distancia entre ejes), con lo que nuestro protagonista gana muchísmo en habitabilidad, sobre todo en las plazas traseras. De momento y a la espera de los diesel de origen Fiat que llegarán en 2005, el Nubira solamente ofrece posibilidades motorísticas de gasolina: 1.6 litros de 109 caballos (ya existía en la gama) y el 1.8 de 122 caballos de origen australiano Holden, que se convierte en el sustituto de aquel 2.0 litros (126 CV) presenta hasta ahora en los catálogos del fabricante. Las cajas manuales de cinco marchas y sus desarrollos son comunes a ambas motorizaciones, aunque la versión más alta (1.8 litros) puede pedirse opcionalmente con un cambio automático (ZF de cuatro relaciones) de forma que el Nubira, como muchos de sus oponentes europeos, entre en el club de los duales . En el capítulo de equipamiento este nuevo Nubira juega también una interesante baza. Desde el escalón de acceso (1.6 SE) se ofrecen de serie elementos como el doble airbag frontal (conductor y pasajero), ABS con EBD, elevalunas y retrovisores eléctricos y radio con CD. Mientras el intermedio acabado SX añade el climatizador, elevalunas traseros, cierre con mando a distancia y acabados en cuero y en simil titanio. La superior versión 1.8 CDX ofrece el control de tracción TCS, faros antiniebla, sensor de lluvia y cargador para cinco CD con mandos al volante, además del Servicio Oro (mantenimiento gratuito durante los tres años de garantía). Como siempre en la marca, la tarifa de precios es muy competitiva, para el tamaño y equipamiento del modelo, lo que no deja de ser un capítulo nada despreciable en la decisión de compra. La elegancia del diseño y el poder de las proporciones Así de sonriente, y satisfecho, se muestra Lorenzo Ramaciotti, director del proyecto Nubira 2003 en la Oficina Pininfarina, que no duda en fotografiar a «su» Nubira con algunas de las más emblemática realizaciones de Ferrari como lujoso telón de fondo. El nuevo Nubira es, tras el Tacuma, el segundo modelo de Daewoo que se crea en el afamado estudio turinés de Pininfarina, cuyas pinceladas comienzan a convertirse en toda una seña de identidad en la nueva etapa del fabricante coreano. Su frontal lo distingue como miembro de la familia General Motors, a la vez que la línea en cuña y la baja altura de techo confieren al vehículo un innegable aspecto coupé aderezado con unos generosos aletines capaces de resaltar la deportividad de una berlina de uso familiar. Como la cola truncada siempre tan querida por los estilistas transalpinos.

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