El granado
Es un pequeño árbol (Punica granatum) originario del Este de Europa y Asia que puede alcanzar entre 3 y 6 metros de altura, cuyo cultivo como frutal se remonta a tiempos remotos. De tronco retorcido y madera dura, tiene la corteza y las ramas de color gris, aunque las más pequeñas terminan en una espina. Las hojas caducas son opuestas o agrupadas en pequeños haces, lanceoladas, con un pequeño pecíolo, de color verde brillante y ligeramente correosas. Las flores son hermafroditas, grandes, de color rojo y aparecen solitarias o reunidas en grupos de 2 a 5, entre mayo y julio. El fruto es una baya globosa (balausta) de cáscara coriácea y color rojo brillante, verde amarillento o blanquecino, que contiene muchas semillas carnosas. La pulpa que envuelve a las semillas calma la sed y su refrescante jugo (granadina), se emplea para hacer jarabes, helados y confituras. La raíz contiene un alcaloide con propiedades vermífugas utilizado para eliminar los gusanos intestinales. La multiplicación se puede hacer por semilla, estaca, acodo, injerto o por retoño del pie del árbol. El inicio de la primavera es la mejor época para su plantación. No es exigente en el tipo de suelo pero prefiere los ligeros, permeables, frescos y profundos. Aunque necesita mucha agua, tolera bien la sequía. El aporte de fertilizantes se debe realizar cuando caen las hojas y entra en vegetación. Es conveniente la poda para eliminar las ramas rotas y viejas, así como los brotes y chupones para favorecer su desarrollo. Puede ser atacado por pulgones, insectos barrenadores, cochinillas, que se combaten fácilmente, o por una enfermedad que pudre los frutos, siendo aconsejable aplicar un tratamiento con fungicidas. A pesar de ser un frutal, el granado también se emplea en jardinería, bien como árbol ornamental, bien para formar espesos y atractivos setos. Para ello, se utiliza la especie P. granatum «Nana», de porte mucho más pequeño, que no suele dar frutos pero que alegra los jardines con sus numerosas y bellas flores.