Diario de León

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CUANDO LOS CARGOS no entran por la puerta, las lealtades salen por la ventana. La grillería política está de cánticos. La Asamblea Cazurra, después de elecciones y recortes en los bancales del culo quieto, es una caja de Pandora abierta por algún enano cojo para que se desaten los truenos; veles ahí sonando. Peperos y sociatas a la greña están cada cual en su corral, patio de sombras, a leches entre propios, a degüello. La recolocación tiene la culpa: que si tú no tienes por qué ir al Senado, que si yo tenía comprometida una almohadilla en Fuensaldaña, que si el compañero secretario es un pedorro, que si tal y que si cual. El espectáculo, más que entretenido, es vergonzante. A estas alturas del cuento, se exigen fórmulas democráticas para la elección de diputados provinciales, ya ves. Perdido el favor del señorito que apunta con el dedo, se acuerdan de santa Bárbara demócrata, poco virgen y mucho mártir. La bronca del pepé es especialmente sonada porque las tortas se las están dando en el campanario, en la mismísima cumbre de los barandas. Su presidente (al que miran desde el Manzanal con cerbatana y dardos emponzonados de curare) y su secretario provincial (al que conocí como ideólogo y agitador de un sindicato comunista montando huelgas en cementeras y caleros) se están desgreñando mutuamente. La mierda con la que se untan no la lava ni el Pisuerga entero con Juanvi haciendo de bautista en su Jordán. Abochorna tanto calor y tanta grasa sudada. El pueblo -bendito y algo imbécil- asiste perplejo y desconcertado a los apuñalamientos viendo que no es asunto ideológico o de programa por lo que se atizan, sino por un quítate tú para ponerme yo. Putilla y marranona están haciendo a la democracia. ¿Qué pensar cuando a un concejal se le vuelve a embutir en las listas no porque vale y es capaz, sino porque aún tiene que cotizar dos años más para pillar jubilación mullida? ¿Y si ese concejal se queda en la oposición y el enemigo le concede porque sí una dedicación exclusiva?... Los partidos no parecen oficinas de colocación. Lo son. La unidad interna es mentira que desaparece si hay para repartir; pero en faltando grasa para untar los ejes, la carreta es chillona y se le caen las costanas como al sombrajo los palos. Así que para vomitar y no creer están las cosas. Pero lo peor es el ejemplo.

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