Cosas de aquí y de allí | Tesoros del mar
En busca del mejor bonito
Con la llegada del verano al Hemisferio Norte, cuando amanece pronto, el sol se pone rojizo, el cielo está muy claro, la mar en calma y el viento parece que se para, son las señales inequívocas que detectan los pescadores para comenzar la búsqueda del más bonito, el del Norte, que comienza a nadar rumbo hacia las Islas Azores para después ir hacía el mar Cantábrico, Golfo de Vizcaya subiendo por el Atlántico hasta llegar al sur de Irlanda, punto final de su viaje, allá por el mes de octubre. Los pescadores y armadores cuidan y preparan sus embarcaciones llenando sus bodegas de gasolina y sus despensas de alimentos para iniciar una de las costeras más importantes, pues el preciado bonito (llamado bonital en catalán, egalushe en vasco, mono en gallego, ojón en Andalucía, en inglés albacora; en francés germon o en alemán weisser thum) es uno los pilares económicos que salvan la temporada pesquera de las flotas europeas y especialmente la española. La campaña 2003, que comenzó a mediados de junio y concluye en el mes de octubre, presenta dos grandes interrogantes: el efecto de la catástrofe generado por el hundimiento del petrolero Prestige pueda tener en el desarrollo de la pesquería, y que es el segundo año desde que la Comisión Europea decidiera prohibir la pesca de atún blanco con redes de enmalle a la deriva o volantas. La especial sensibilidad del atún blanco ante cualquier factor que provoque alteraciones en el sistema marino, hace que los pescadores no hayan ocultado su preocupación ante el efecto que el hundimiento del «Prestige» en el Atlántico y el vertido de miles y miles de toneladas de fuel pueda tener en el desarrollo de la pesquería de 2003. A pesar de ello, los pescadores esperan que los resultados de la campaña de pesca de bonito de este año sean mejores que los registrados los dos últimos años, a la vez que confían en que la prohibición de las redes de enmalle a la deriva o volantes o redes de la muerte siga respetándose por parte de la flota comunitaria. Las volantas o redes de la muerte con más de 12 kilómetros de longitud y utilizadas por los rederos franceses e irlandeses, dejaron en 2002 de ser la principal preocupación del sector boniterio, ante la orden comunitaria de prohibir su utilización. Cerca de 540 unidades pesqueras procedentes de diferentes puertos españoles que participan en esta costera, esperan en que este año la ausencia de volantas se refleje en una recuperación del stock. La costera del bonito del año pasado obtuvo unos malos resultados.