LITURGIA DOMINICAL
Panes y peces
EN ESTE AÑO estamos leyendo en la liturgia dominical el evangelio según San Marcos. A estas alturas nos tocaría proclamar el relato de la multiplicación de los panes y los peces. Pero, llegados aquí, la liturgia nos invita a meditar ese hecho siguiendo el evangelio de Juan. Su relato ocupará nada menos que cinco domingos consecutivos. Así que nos conviene prestar atención a las divisiones internas del texto para no repetirnos demasiado. El trozo que hoy leemos (Jn 6, 1-15) podría dividirse en cuatro partes: -En la primera, se presenta la situación: está cerca la pascua y Jesús se encuentra seguido por una gran multitud, en las orillas del mar de Galilea (Jn 6, 1-4). -En la segunda (6, 5-10) un diálogo de Jesús con Felipe y Andrés nos prepara para el banquete que Jesús va a ofrecer a la gente. -En la tercera (6,11-13), se subrayan los gestos «cuasi-litúrgicos» de Jesús y la abundancia de panes repartidos. -En la cuarta (6, 14-15) se nos da cuenta de la reacción de las gentes ante el gesto realizado por Jesús y de su propia reacción ante las intenciones de la multitud. Los especialistas nos dicen que este evangelio ha tratado de ver de otro modo el relato de la multiplicación de los panes y los peces que transmiten los otros evangelios. Interesan sobre todo la figura de Jesús y la llamada a la fe de los discípulos. -Por una parte, en el texto jóanico se pretende revelar a Jesús como el nuevo Moisés -y también el nuevo Eliseo- que sacia el hambre de su pueblo. Hay tres detalles que no pueden ser casuales. Se sitúa el acontecimiento cerca de la fiesta de pascua para indicar que en Jesús se cumple el significado de aquella fiesta. Además es Jesús en persona el que distribuye los panes y los peces. Y, por fin, él pide que «no se pierda nada» de lo que él ha entregado. -Y por otra parte, Jesús dirige a Felipe una pregunta intencionada: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» La respuesta de Felipe nos manifiesta con qué frecuencia los seguidores del Señor se colocan en un plano distinto al que él sugiere. Él invita a la aventura divina de la fe y ellos contestan con los cálculos más humanos de la eficacia y el pragmatismo. El profeta anunciado Una contraposición semejante cierra el evangelio de hoy. Las gentes quieren proclamar rey a Jesús, pero y ésa no es su misión. En cambio, el evangelista no tiene inconveniente en darles la razón cuando lo proclaman como el profeta esperado. - «Éste sí que es el profeta que tenía que venir al mundo». Muchas gentes han vivido con esa convicción y la han confesado públicamente a lo largo de los siglos. Esa fe les ha mantenido en el camino. Les ha ayudado a vivir en honradez y libertad. Y les ha abierto un ventanal a la luz y a la esperanza - «Éste sí que es el profeta que tenía que venir al mundo». Hoy se discute el papel de la religión en la sociedad y en la enseñanza. Pero algo nos dice que los pretendidos «profetas» de un progreso humano, recortado y mutilado, no pueden saciar nuestra hambre. Sólo el Profeta enviado por Dios nos da el verdadero pan. Señor Jesús, te reconocemos como el profeta enviado por Dios, para guiarnos y alimentarnos mientras vamos de camino. Amén.