Mata de habas

EN LEON, a tantos de tantos del año en curso, queda constituída por la presente acta la necesaria, útil, leal y heroica Asociación de Enemigos de las Fiestas Medievales, por cuanto la peste festera y carnavalona con atrezzo de teatro de barrio ha alcanzado ya las cotas máximas de riada y vulgaridad copiona; y si no se creyera, contémplese ahí mismo a Ramirín Torices, empleado de banca, y a Juanita Suárez, exconcejala, revestidos de conde Nuño (ella) y de infanta Filomena (él) con ropones mal alquilados y peor aparejados que los que portan los extras para hacer bulto en películas de chichimonis campeadores o de la Loca de Tordesillas. Habida cuenta que este tipo de fiestas y revestimientos jamás se vieron en los calendarios tradicionales y populares y tenido en consideración el infamante hecho de que este tipo de celebraciones exaltan a los personajes más sombríos de la más sombría etapa de nuestra historia, procédase a cortar el ramonín ante notario a todo edil o espabilado que proponga nuevos jolgorios disfrazando al gentío de aristocracia pastorona o señorial (nadie se viste de gleba o de pecheros, aunque eso fueran todos nuestros antepasados). Considerando que condes justicieros que ahorcaron y violaron, señores comendatarios que robaron y arruinaron y reinas algo putonas que bastardearon la decencia son elevados en estas fiestas a la palestra de la admiración popular, de la devoción pública y del elogio de cronistas oficiales, recuérdesele a la panoli ciudadanía que sus antepasados andan reviolviéndose en la tumba al ver que sus descendientes buscan en el sarcófago de la historia los restos de la infamia para resucitar al ruin o al tirano visitiéndolo de honra y gastando con ello chirimías y presupuestos. Quede constancia del único artículo de la asociación de enemigos ya citada por el que se declara tonto del culo o mata de habas a quien quiera que promueva, afore o se sume a palinodias medievales y a cortejos de paponeos o quiñones y considérese traidor al honor del pueblo a todo el que pague a coblas y troupes de santimbanquis, simuladores y disfrazados, pues acaban siendo la misma empresa que viene haciendo lo mismo en todas las ciudades y villas, desde Jaca a Compostela y de Avilés a Tarifa, el mismo negocio que contratan y alquilan los munícipes cebollos y sin luces.