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La última | Patrimonio

Curas para una torre herida

Los turistas se tienen que conformar con mirar al campanario y a la réplica del gallo

León

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La torre de San Isidoro no será destapada para disfrute del turismo estival, pero al menos se iniciarán las obras de la segunda fase de su restauración que liberarán a esta vigía de la ciudad de los andamios y de los males de la piedra en los próximos seis meses. Se cuentan más de tres años con el disfraz de malla puesto para ocultar el deterioro y frenar la caída de las piedras. Sus pesadas campanas, reestrenadas hace un año, pueden tocar hoy por la esperada obra. Y el gallo de la veleta-réplica cantar de pura alegría. Han pasado nada más y nada menos que seis meses desde que la Junta adjudicó la obra en casi 450.000 euros (salió a contratación por 485.400), pero la falta de acuerdo entre la Junta y el anterior contratista sobre los andamios impidió el comienzo de una obra que podría estar ya a punto de acabar. El andamiaje no sólo tapa y protege la torre románica de casi mil años de antigüedad, que se asienta sobre los sillares romanos de la muralla legionense. Sus 40 metros de altura han costado cada mes cerca de 3.000 euros, desde septiembre del 2001, fecha de finalización de las obras de emergencia. El reconocimiento de la deuda de la estructura de seguridad está detrás de la demora en el inicio de la segunda fase de la restauración, que la Colegiata de San Isidoro considera «muy importante y necesaria», subrayó el administrador, Francisco Rodríguez. La intervención afecta a tres partes de la torre, desde los muros de piedra de abajo hasta el cuerpo de campana. Se restaurará toda la fábrica de piedra exterior, que sufre graves problemas de desgaste agudizados por el impacto del tráfico rodado. En el interior se coserán las grietas verticales atribuidas, junto a unos desplazamientos horizontales, al terremoto de Lisboa del siglo XIX. Según el arquitecto Ramón Cañas, codirector de la obra, se liberará por completo la sala dividida por un muro de partición y se acondicionarán los núcleos interiores de comunicación. «Es una continuación de la obra anterior», indicó. Los arquitectos Ramón Cañas y Carlos Sexmilo, autores del proyecto de restauración, tienen previsto que se realice un estudio petrológico y también informes arqueológicos. Especial interés merecen, en este sentido, los sillares de época romana y la epigrafía, así como las marcas de cantero por la información que pueden aportar sobre las fases constructivas y sus épocas. La torre de San Isidoro vuelve a recobrar la actividad y quien sabe si aún deparará alguna sorpresas.