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ANDA EL VERANO depiladito y perfumado, desodorizado, compuesto de trapo y exhibiendo marcas, así de mentiroso, cargado de pose y ocultando la realidad, tapando defectos, estafando al fin, aunque el engaño que se consigue en tantos casos desbarra en tocando a esas gorduras que ves por la calle y en la piscina, grandiosas voluminosidades (voluptuosas algunas, pero de botillo mal entripado casi todas). Así que en tiempo de calor la realidad y el engaño están a la vista. Radios y prensas arden en propagandas al canto: adelgazantes de toda estirpe (menos en polvos, que sería adecuado, los hay en crema, en potingue, en pastillas, en paños fríos o en chorradonas de aloe vera que ahora se convierte en el factotum de la belleza y la salud), bronceadores para dar el pego con marrón-Miami, depilatorios eficacísimos que jamás resuelven lo irresoluble... Se ve que la cosa es negocio porque hay programas que sólo viven de estas publicidades. Pero de entre toda la artillería cosmética y labores de enguapamiento, me quedo con los depilatorios. Desde otras culturas y latitudes del planeta pueden pensar que aquí estamos locos, pues lo mismo pagamos una fortuna intentanto que nos crezca el pelo, como gastamos lo mismo en afeitarnos la pelambre de patas y sobaquillos. Por los pelos le vendrá una fortuna inmensa a quien descrubra al fin un crecepelo eficaz y, por lo mismo, un depilatorio definitivo. Hay quien lo ha intentado con formas y fórmulas peregrinas. Un granjero inglés aseguraba que regeneró su cuero cabelludo haciendo que una de sus vacas le lamiera el peloto calvo cada mañana, pues afirmaba que la saliva del vacuno contiene un no sé qué que resuelve el caso y fortalece el pelillo de sedón que es propio en la calvicie. La lengua de la vaca no sé si regenerará el pelo, pero para peinarse es insuperable y te deja la pelambrera como fijada y de domingo. Y es que todo esto de la belleza y la impostura es un chiste y una componenda de mentiras que excita el despilfarro y el negocio. Planes de adelgazamiento, operaciones y botes milagrosos acaban enervando a una gente que lo intentará por otra vía que es también estafa. Para ellos, un consejo: nada mejor para depilarse que un viejo pretor o cónsul. Dicen un arqueólgo que los legionarios romanos tenían las piernas sin pelos... porque estaban de-Pilatos hasta las pelotas.