CORNADA DE LOBO
Regatea y golfea
LAS REGATAS coronadas y chismosas de Mallorca vienen teniendo más cuerpo informativo en los telediarios de la telepropaganda que los varios asuntos por los que se sofoca y degenera este país, España y sus entretelas, España empapada de sudores, España de sobacos con olor a cebolleta podrida en comparecencias, asambleas y consejos comarcales bercianos donde la conjura alcanza el tamaño de tamayos y de teres con el acta en la canaleta, España de trapa echada y cerrada por la calor, qué panorama, España convertida en un club naútico de puretas en calzón corto y meritorias en braguita con burbujas. Esas regatas que al pueblo llano les parecen hileras de velas fantasmales como si fueran el cortejo de alguna santa compaña de verano desfilando sobre el agua chicha y el viento flojo; esas regatas de tufo noble que son hoy las viejas justas de aristocracia pastorona se izan a titulares y portadas de telediario como el gran tema, aunque no dejen de ser un juego de ricos ociosos y una procesión de anuncios como vallas con marcas pijas que chupan pantalla por la cara y por ir al culo del rey, buen Bribón. Esto es la mar salada y a la eterna España del botijo difunto le trae al pairo la eslora y el velamen, la esbeltez del mástil y el diseño del casco, pero como ya somos larvas de ricacho, hay cierto paletismo provinciano embebido con la estampa náutica y soñando espatarrarse algún día en la popa del lanchón o del velero con un martini hecho con zumo de obrero despedido en reajustes telefónicos o antibióticos. En este paralelo de páramo mental no hay velamen desplegado porque la navegabilidad de nuestros canales (antes ríos) aún no es promesa electoral. Se verá. Por aquí andamos aún concibiendo fiebres de golf, que es alarde de burguesillo de boina y lacoste, la moda. De modo que en Villaquilambre -donde antes se morían los perros de hambre- proyecta su municipalidad la construcción de un campo de golf para que el lugareño deje de dar palos a las piedras con la aguijada del ganao y se civilice en el putting green, que no es un alfalfar ni prao, sino césped de chalet que sólo pasta la motosegadora. Honorino no comprende la obsesión. Honorino despotrica. Ver ahora a la paisanada llevando el bolsón de los palos de golf y sacudiéndose el adobe de la culera será el chiste de la década.