Diario de León

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Cincuenta años no son nada

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Lola de León - leon@diariodeleon.com
León

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Ellas, elegantísimas, de rigurosa peluquería, guapísimas, en esa edad indefinida que, apenas superados los veintitantos, permite a las mujeres alcanzar y exhibir la plenitud de su madurez y su belleza exterior e interior. Ellos, también elegantes, ciertamente, aunque, eso sí, un poco ajados, cuarteados los rostros por el inevitable efecto del paso del tiempo, mostrando elaboradas patas de gallo -la arruga, ya véis, no siempre es bella-, un cuero cabelludo lamentablemente despoblado en la mayoría de los casos y, por supuesto, una barriga cervecera cuidadosamente mantenida en el alivio barrilero de los rigores del estío que hacen interminables las noches de agosto en Velilla de la Reina, ya metido en todo tipo de celebraciones. Pero, para celebración, celebración, la que protagonizaron ayer los quintos y quintas del 53, sin duda una de las hornadas más importantes, tanto cuantitativa como cualitativamente, que vio nacer este pueblo en todo el siglo pasado. Como cincuenta años no son nada, hay que celebrarlo como Dios manda. Que queda mucho camino por andar. Así que, metidos en arina, los Secundino Serrano, Sari González, Tina González, Esther Fernández, Ángel Fernández Alcoba, Ángeles Martínez, Miguel Ángel Blanco, Ildefonso Martínez, Feli Fernández, Ángel Fernández Ferrero, Choni Badeso, Doro, Rosa Majo, Inés Fernández, Benjamín Fernández, Araceli García, Trinidad Fernández, Melchor Martínez, Urbano Fernández y Amabilio Majo, veinte en total, se reunieron primero en una misa y después en una entrañable comida generosamente servida por Gerardo, en su restaurante de Carrizo de la Ribera. En ella participaron también la mayoría de los compañeros, esposos o novios, que en la variedad está el gusto. Ofició en la iglesia un celebrante de excepción, tanto por su calidad humana como por su inagotable sentido del humor. El padre Isidro Blanco es de unas quintas anteriores, ¡quién lo diría!, también hijo del pueblo y ahora entregado a la misión sacerdotal en Brasil, después de haberla desarrollado durante muchos años en Argentina. A un suspirito del centenario Si cincuenta años no son nada, cien son casi nada. Sobre todo cuando se tiene tanta ilusión, una vitalidad desbordante y tan extraordinaria lucidez. A ellos se asoma ya Serafina García Mata, la abuela y última representante de esa generación en La Mata del Páramo. Celebró ayer haber llegado a los 96. Y lo hizo, como cada año, con el tradicional asado y la promesa de alcanzar el centenario. Se rodeó para ello de todos sus hijos, los biológicos -Samuel, Pepe, Tana y Maudilio- y los políticos -Claudia, Pilar y Quinto-, nietos y bisnietos. Ánimo, abuela, que los cien están ahí mismo, a un suspirito.

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