Chillida fue fundamental en la liberación del empresario José María Aldaia de las manos de ETA, del que pidió su liberación desde mayo del 95 hasta abril del 96, todos los días a la misma hora.
Concebía el espacio como un material en sí mismo susceptible de moldearse. Sus obras representan la libertad como llaves maestras que abren las puertas secretas de la historia.
Algunos, le tacharon de jugar a ser Dios por su intención de cavar un monte en Canarias para hacer una ciudad de alabastro. Pero él soñaba con un "templo para todos los hombres para ir a sentir la luz".
Desde las grandes ventanas de su salón podía ver su obra más emblemática, intentando desenredar el aire, haciéndolo puro, para que la costa de San Sebastián pudiera respirarlo libre.
Para muchos, Chillida era un escultor clásico como si Rodin se hubiera despertado en otro siglo, sin perder ni un solo segundo de belleza. Una obra que enlaza horizontes y encadena eternidades.