CORNADA DE LOBO
Nuestro retrato
CURIOSO NOMBRE es Inicio para habérselo puesto a un pueblo. Agazapado en un pliegue del río Omaña, es otro racimo de casas que se fue despoblando y hace ya tiempo que no barbea la guadaña en muchos de sus prados, ni las centenales de arriba hacen olas de espigas, ni hay más gritos de crío que los vencejos en verano. Inicio... ¿de qué?... Allí no se inicia río, ya en sus medios, ni más valle grande, sino las cuestas a los altos de la Lomba. ¿Qué iniciaba el que lo fundó o lo bautizó? Fue tierra de castros astures con romanos escarbando oros y fue territorio de señoríos medievales con mucha horca y cuchillo. Cualquier viajero de entonces podía pensar que allí lo que se iniciaba era el fin del mundo; quizá se iniciaran metas merineras hacia puertos y brañas o de retorno otoñal hacia las Extremaduras. Hoy se inicia allí un responso por lo que se va y no vuelve, la melancolía del funeral hilvanada en cháchara de susurros en el pórtico de la iglesia porque se les ha ido José García, paisano de hebras como bilortas, recio de esfuerzos y ganas de vivir, digo, pues cuando le conocí hace diez años (él tenía 78) le ví con un martillo en la mano y un fardelillo de puntas subiendo aquellas cuestas hacia algún cometido que le ocupaba. A esa edad y con unas puntas en el bolso se sigue siendo mozo porque se delatan ganas de seguir carpinteando la vida y de armar cancillas o tablas que son la balsa del existir. Charlamos un buen rato a la sombra de algún arbolón. Rodábamos entonces la serie «Los Ríos de León» y colé un trozo de su charla en el capítulo del Omaña. Allí me enteré que se había dedicado toda su vida a ser cartero de toda la contorna y fotógrafo de la ribera, pues armado con tratos y maquinones de daguerrotipo, había retratado prácticamente a todo el padrón de la ribera, fotos de papeleos y carnets, nada importante, me decía, fotos de rutina y algunas otras de parajes o sucedidos. Le prometí volver de nuevo a curiosear en ese fondo gráfico que es todo un yacimiento fósil de la vida omañesa de setenta años. No lo hice y ayer llegó la noticia de su fallecimiento. No hay reproches suficientes cuando la muerte nos roba la mano y nos pisa la palabra. José García ha dejado un archivo ingente, seguramente tan valioso como el de ese gran fotógrafo gallego que fue Vietes. ¿Se hará algo con él en este inicio del olvido que es León?