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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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HEMOS TENIDO oportunidad d e escuchar la doloridas palabras de la viuda del capitán de navío Manuel Martín-Oar, fallecido en Bagdad en el atentado contra la sede de la ONU en Irak. La viuda de Martín-Oar, en medio de un dolor descriptible y profundo, no dejaba de recordar que el capitán cumplía en Irak, con formidable entusiasmo y entrega, exactamente la misión y el trabajo que él mismo había elegido. Eso sí, detrás de un ejemplo y un modelo de entrega de la propia vida por los demás, quedan las siempre inevitables rencillas políticas y la incompetencia manifiesta de quienes en un primer momento diagnosticaron a la víctima heridas en los brazos, sin mayor riesgo ni complicación, sin advertir el traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte en unas pocas horas, parece que abandonado en una morgue y sin rastro de su itinerario tras el atentado. Esta vez ha habido unanimidad en el gobierno y en la oposición a la hora de condenar el asesinato, causado por un episodio terrorista de los más cruentos de los que se vienen sucediendo en la posguerra iraquí, y que demuestran en qué grado, primero, el país está fuera del control de las fuerzas ocupantes, y también en qué medida los soldados españoles enviados a la zona corren serios riesgos en su misión en Diwaniya, y cómo, posiblemente, hubiera sido mucho más deseable la fórmula que ha venido preconizando la oposición socialista: debate previo en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas, que fueran cascos azules, si acaso auxiliados con tropas de la Alianza Atlántica, los que se ocuparan de la seguridad y la pacificación de Irak en esta hora, y no marines norteamericanos insuficientemente capacitados para atender el gravísimo problema que aparece a cada instante. Pero ya es sabida la tozudez del presidente Aznar en sus argumentaciones. Tras haber condenado de antemano a quienes, según sugirió malévolamente, pudieran alegrarse de que un soldado español muriera en Irak, incluso en esta hora prefiere pasar por alto el episodio de la sangre española derramada para reclamar la condena general de la oposición contra un atentado terrorista, tratando de desligar el atentado de las consecuencia de una guerra controvertida.

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