Diario de León

| Crónica | La convivencia acaba con el amor |

Agosto provoca más divorcios

Una pareja de enamorados camina mientras disfruta del paisaje y de su amor

Una pareja de enamorados camina mientras disfruta del paisaje y de su amor

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efe | barcelonaefe | washington

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La convivencia intensa que suele darse entre las parejas en agosto debido a las vacaciones estivales es uno de los factores que motiva que una cuarta parte de las separaciones se produzcan durante este mes, según ha explicado el sexólogo y escritor barcelonés Antoni Bolinches. Bolinches, que ha llegado a esta conclusión al revisar los datos de diez años de trabajo, ha apuntado que el tan esperado mes de agosto representa un tiempo de triste ruptura en la cuarta parte de las parejas estables, el porcentaje más elevado durante todo el año. A partir de las experiencias de más de 500 parejas, Bolinches ha podido determinar que existen tres tipos que acuden en su ayuda en tiempos de crisis. El mayor porcentaje de ellas se corresponde con el modelo de parejas «desencantadas» de su relación, tras haber superado la fase pasional de los primeros años de noviazgo o emparejamiento. Los miembros de la pareja experimentan por primera vez un desencanto cuando las segundas o terceras vacaciones ya no son tan excitantes como las primeras que compartieron y en las que casi no se separaron. «A lo bueno te acostumbras fácil», ha explicado el sexólogo, que ha visto que con la convivencia empiezan a olvidarse los estímulos positivos y existe una saturación de los negativos. Un segundo modelo son las «parejas saturadas», en las que existe un exceso de estímulos negativos, a los que «nunca te acostumbras», según Bolinches, lo que lleva a una crisis que alcanza su punto más álgido el mes que más permite la convivencia, en la mayoría de los casos, en agosto. Mientras durante el resto del año cada «media naranja» cuenta con mecanismos que le permiten eludir los fallos o aspectos negativos del otro, al llegar el verano estos mecanismos desaparecen. Bolinches ha visto como entre estas parejas «saturadas» se dan muchos casos de malos tratos en la mujer, cuando la crisis deriva en una situación ante la que ella se rebela con un «no puedo más», mientras que él se siente impotente ante un conflicto que por inmadurez o personalidad frágil se ve incapaz de afrontar. Por último, existe un tercer modelo de pareja que Bolinches denomina «divergentes», en la que los dos miembros han madurado durante años siguiendo caminos dispares y se han ido distanciando «hasta llegar a la conclusión de que no tiene sentido seguir juntos». Un 50% de las parejas «divergentes» que acuden a su consulta intenta al menos «mejorar la relación», y son las que más éxito tienen en el intento de reparar las brechas abiertas en años de convivencia «autónoma». La base de estas relaciones suele ser más estable ya que, en muchos casos, cuenta con «las cuatro patas de la mesa»: una buena relación sexual, caracteres suficientemente compatibles, una escala de valores más o menos similar y un proyecto de vida convergente. «En septiembre siempre nos llega más trabajo a los terapeutas de pareja o sexólogos», ha señalado el también escritor, que ha publicado varios libros sobre la vida en pareja y la psicología en general.

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