Diario de León

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CUATRO MUCHACHOS del pueblo malagueño de Coin habían sido ya condenados y decapitados en efigie por sentencia sorda del clamor popular como autores más que probables de la muerte salvaje de una pobre chica de la localidad, una muerte que ha colmado los varales de la prensa y los tendederos de las ondas con morcillas hechas de sangre y tinta. El rumor que incendiaba los comentarios se apoyaba en indicios razonables, esto es, las pintas, los modos: «Según tus meneos, judícame Deus». Según el pueblo, tenían el crimen pintado en la cara. La sentencia popular no esperó a más averiguaciones, pruebas o reflexión. Procedió en sus trece a montar un patíbulo en cada corrillo, en cada respuesta a las preguntas del avispero informativo que plantó su cantera morcillera en el pueblo y vivaqueó en el campamento de la muerte durante muchas noches de noticia oscura y de fantasmas noticiosos. Cada información parecía una diligencia judicial y cada indicio era transformado en prueba por quien así quería tenerlo o suponerlo. Otro jurado popular, esta vez formal y legalmente constituído, vio también tan claro el crimen en la cara de Dolores Vázquez (mírala qué gesto tiene, mira ese rictus, le corroe la maldad, está más que claro el móvil y la tirria asesina de esa tortillera); tan claro, que no dudó en imputarla el asesinato de Rocío Wanninkhof y empapelarla con hormigón de presidio. Ahora, gracias a una colilla, se sabe que se han fumado la verdad y que aquellas conclusiones eran pura ceniza. Juicios y prejuicios han sido revolcados con una pueba genética que relaciona ambas salvajadas. Las muertes de las dos jóvenes tienen un nexo imprevisto. En resumen, el verdadero asesino anda todavía suelto. La sentencia popular en ambos casos se pasó de luces o de ganas. El diablo del linchamiento fue su letrado asesor. ¿Pedirá alguien disculpas por daños y precipitaciones?... Jueces en estrado, jurados de soberanía popular, policías científicas o de la porra y corrillos sumariales de acera o tertulia algo tendrán que decir. ¿Qué vecinos de Coin se lavarán con estropajo la boca que cagó tanta sentencia absoluta? ¿Qué reflexión culpable enunciarán todos los medios informativos que inflaron el odre de las evidencias y convirtieron cada página en una sala de vistas?...

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